PUEBLICA DE VALVERDE: LA VENDIMIA...

LA VENDIMIA

Primera Parte.

Recuerdos de la vendimia en mis años jóvenes.

Hoy quiero plasmar por escrito mis recuerdos de la vendimia en mi pueblo. Así las generaciones actuales observarán la diferencia entre el antes y el ahora; es decir como se vivía y como se vive en la actualidad.

Por los años 1.945 y sucesivos hasta cerca de 1.960, había pocas viñas en Pueblica; si las suficientes para hacer vino para el consumo familiar y muy pocos tenían para vender uvas o vino ya elaborado.
Si recuerdo como algunos vinateros venían al pueblo y envasaban el vino en grandes pellejos que transportaban en carros tirados por mulas; cuyos carros, provistos de toldos; evitaban mojarse y de otras inclemencias del tiempo.
Algunos de ellos venían desde tierras de Tábara, Aliste o Sanabria, vendiendo manzanas y castañas y de vuelta llevaban el vino que compraban, y el trigo que sacaban en la venta de sus mercancías. En aquellos años la compra-venta de la mayoría de las cosas se hacia al cambio por otros productos. El dinero no circulaba tanto como ahora.
Año tras año, se fueron plantando más viñas, para así después vender bien uvas o vino sobrantes; y recaudar dinero para otras necesidades, que eran muchas.
La plantación de las viñas se hacia muy laboriosa, y si el terreno era duro o pedregoso, costaba mucho mas esfuerzo para hacer los hoyos de plantación de cada vid.
En las fincas que se iban a poner, se median las distancias entre lineo y lineo, y con el arado de vertedera se marcaban los mismos lo mas profundos y rectos que se podía y después se hacían los hoyos o zanjas con la azada. Se hacían unas 80 o 100 al día según el terreno fuera más o menos duro.
Los primeros años se plantaban vides de híbridos =”pimplos”, ya que los mismos empezaban a producir antes y eran más abundantes, aunque la uva era de menor graduación.
Otras viñas se plantaban con vides americanos = “bravos”, que no eran productivas; pero a los dos años se injertaban de clases selectivas, como el jerez, tintamadrid vencía, malvasia, verdejo, etc. y de mayor graduación. Estas plantaciones son muy duraderas, pues algunas viñas, tendrán más de 100 años.
Había otros que las vides ya selectivas las plantaban directamente en los hoyos, así al año ya comenzaban a producir, pero así plantadas tienen menos años de vida.
Todos los vecinos ponían especial empeño, al plantar las vides, para que quedasen bien alineados; de arriba abajo y de izquierda a derecha.

La vendimia se hacia en parejas, con unas talegas o cestos de mimbre. Se iba de lineo en lineo, agarrando la talega por las asas uno a cada lado; y cortando las uvas de cepa en cepa hasta llenarla, y luego llevarla a hombros al carro, bien a los cestos grandes o talegones; o a granel, hasta llenarlo.
Cuando se iba vendimiando, si alguna pareja le tocaba alguna parra grande de híbridos; se eternizaban allí cortando las uvas, mientras las otras parejas seguían adelante, mofándose cariñosamente de los rezagados.
Por lo general, la vendimia se hacia uniéndose varias familias, máxime si eran pocas personas; así se hacia mas amena la faena y no resultaba tan pesada, sobre todo si el tiempo estaba de lluvias. Cuantas veces mojados, había que terminar la viña y regresar a casa lloviendo. Los paraguas y chubasqueros no se conocían entonces por el pueblo. Se utilizaban mantas, capas o enguarinas, que cuando se mojaban, pesaban mucho, e impedían realizar el trabajo con soltura.
Cuando las viñas eran grandes y las cepas selectas, se llenaban las talegas enseguida y por consiguiente los carros, bien a granel o con talegones, y daba gusto vendimiar.
Antes de hacer la concentración parcelaria, las fincas eran pequeñas. Para llenar el carro de uvas, había que ir de una viña a otra; lo que suponía una pérdida de tiempo, que era aprovechado por los jóvenes para darse las lagaradas unos a otros, si se podía; bromas que se gastaban entre el grupo, para que el trabajo resultase mas ameno.

Los carros eran unos de bracera y otros de viga, éstos un poco mayores y de mas consistencia. Los primeros llenos de uvas rondaban los 1.000 kilos a granel y si se ponían talegones, cabían 8 ó 10; y los de viga a granel hasta 1.200 kilos y 10 ó 12 talegones. Los talegones venían pesando desde 80 hasta 100 kilos, que después había que descargar desde el carro, al zarcero de la bodega para pisarlas en el lagar y hacer el mosto, y las que se vendían subirlas al camión.
Antes de comenzar a ir los camiones al pueblo, había que transpórtalas en los carros hasta Santibáñez de Tera, y se vendían en la bodega del Sr. Chana.
Recuerdo como había que madrugar el día que se llevaban, y varias veces se iba en caravana de hasta 10 carros.
Ya en el lugar, unos y otros se ayudaban en la faena de descarga; los que mas podían cargaban los talegones a la espalda y los llevaban al lugar designado por el bodeguero. Me acuerdo que los primeros años acompañaba a mi padre y como era muy joven y no podía con los talegones, me ponían al lado del pesador e iba tomando notas individuales de los pesos de cada uno, para evitar que nos engañaran. Cuando ya podía con los cestos, cargaba con ellos, y ayudaba a los demás; y mi padre iba colocando los cestos en el carro, para que los fuésemos llevando al depósito de descarga.
Generalmente iban personas ya mayores, y los mozos, nos dábamos la paliza al que mas podía para terminar cuando antes el trabajo y regresar todos a casa.

Pasados unos años, al haber más viñas y muchas más uvas, comenzaron a venir camiones al pueblo, y las llevaban para las bodegas de Benavente, León, incluso para la región gallega.
Algunos días, las colas en la plaza a la espera de camiones, se hacia interminable. Luego había que pesar los talegones y subirlos al camión.
Los días de lluvia, la plaza se llenaba de charcos y barro, de los roderones que hacían los carros. Aún así, había que realizar los trabajos de carga y descarga. No importaba mojarse ni pisar barro.
Como ya desde hace bastantes años, las calles y plazas están cementadas, no existen esos problemas.
Algunos vecinos que no tenían talegones, las llevaban a granel en los carros. Allí intentaban ajustarlas por alto con el comprador, y si se ponían de acuerdo en el peso; seguidamente palearlas desde el carro al camión. Si no había acuerdo, había que meterlas en talegones y seguir el proceso ya citado, con el consiguiente trabajo y pérdida del peso del mosto que se derramaba.

Cuando instalaron la báscula en el pueblo, fue un gran descanso para todos; ya se echaban las uvas a granel en los carros y tractores, aunque todavía había que palearlas a mano al camión.
Últimamente las uvas se recogen en cajas más manejables, y se hace mucho más llevadero el trabajo..

Continuará…