Somos cada vez más longevos: en nuestro país, el 17% de la población es mayor de 65 años y dentro de dos décadas lo será casi uno de cada cuatro españoles. No es de extrañar, por tanto, que la demanda de solicitudes de ingreso en residencias para la tercera edad crezca. También la oferta de estos centros ha aumentado, aunque no mucho: en los últimos cuatro años ha pasado de 3,5 plazas cada cien habitantes a 4,14 plazas, y en el segmento de mayores de 80 años las 14 plazas cada cien habitantes son hoy 16 plazas. Pero este crecimiento es insuficiente, como lo demuestra que siete de cada diez residencias analizadas en este informe de CONSUMER EROSKI, que publicó hace cuatro años un estudio similar, tengan lista de espera. No han subido mucho las tarifas de las residencias para ancianos, ya que desde 2005 lo han hecho en un 8% de media cuando el IPC acumulado en ese periodo ha sido del 9,4%. Pero hay un matiz importante a este dato: las residencias públicas, aunque siguen siendo más económicas que las privadas y concertadas, se han encarecido, de media, un 23%. Y en un supuesto concreto muy común, el de un residente válido en habitación compartida, el incremento de tarifas es aún mayor. Hace cuatro años tenía que pagar de media en una residencia pública 775 euros, y hoy tendría que abonar 1.021 euros, un 32% más. Tarifas e incrementos onerosos, ya que las pensiones han subido un 19% durante estos cuatro años. Y porque un jubilado español cobra de media 821,5 euros (dato de diciembre 2008).