Llega a un pueblo un sacerdote joven. El primer domingo de su llegada predica su primer sermón y dice a sus feligreses:
He pensado que para que resulten mas atractivos los sermones de los domingos, por lo menos una vez al mes sería conveniente que uno de vosotros saliese a explicar las lecturas que toquen.
Después de salvar una serie de inconvenientes y negaciones, se ofrece el tío Ambrosio, al que le toca explicar la resurrección de Lázaro.
El cura dice que no se preocupe por nada, que el le estará detrás y que le soplará todo lo que no sepa, así que el tío Ambrosio empieza el sermón.
- Queridos paisanos... Esto es que Jesucristo dijo a Lázaro que se había muerto "Lázaro, levántate" y Lázaro se levanto y andió.
El cura que eatá detrás, le susurra:
- Anduvo, imbécil, anduvo.
Y el tío Ambrosio rectifica:
- Eso, anduvo imbécil durante dos o tres días, pero al final andió.
He pensado que para que resulten mas atractivos los sermones de los domingos, por lo menos una vez al mes sería conveniente que uno de vosotros saliese a explicar las lecturas que toquen.
Después de salvar una serie de inconvenientes y negaciones, se ofrece el tío Ambrosio, al que le toca explicar la resurrección de Lázaro.
El cura dice que no se preocupe por nada, que el le estará detrás y que le soplará todo lo que no sepa, así que el tío Ambrosio empieza el sermón.
- Queridos paisanos... Esto es que Jesucristo dijo a Lázaro que se había muerto "Lázaro, levántate" y Lázaro se levanto y andió.
El cura que eatá detrás, le susurra:
- Anduvo, imbécil, anduvo.
Y el tío Ambrosio rectifica:
- Eso, anduvo imbécil durante dos o tres días, pero al final andió.