FUENTESPREADAS: J. A. G. Fuentesaúco...

J. A. G. Fuentesaúco
Un joven de la localidad de Fuentespreadas, Javier H. aunque residente en Salamanca, resultó herido de consideración en la mañana de ayer durante el encierro de calle que transcurría por las calles de Fuentesaúco, y que ha sido organizado con motivo de las fiesta de La Visitación.
El joven se encontraba como tantos otros situado tras las talanqueras, en la Plaza Mayor, cuando uno de los toros que derrotaba por el lugar, embistió contra la valla e incrustó uno de los cuernos por entre las talanqueras alcanzando al joven. A consecuencia de este pitonazo el aficionado sufrió la fractura de dos costillas y además la afección al pulmón. Rápidamente fue atendido por el personal sanitario del Centro de Salud de La Guareña, que decidió trasladar al herido al hospital clínico de Salamanca al juzgar las heridas importantes y de consideración.
Fue el desenlace más grave de los ocurridos durante la jornada de ayer, que también deparó otros sustos y apuros, pero en el encierro de la pradera.
El encierro de Fuentesaúco de ayer contrastó con el desarrollado el pasado sábado en el comportamiento más embravecido de los toros, en la mayor asistencia de personas y en las críticas al primer encierro. De hecho, los aficionados lo primero que se encontraron al acercarse al prado de La Reguera fue una gran pancarta que decía: Queremos espantes, no mariconadas. Dos de los portadores de la pancarta vivieron luego un momento tenso cuando fueron arrollados por un cabestro. El comentario general es que los novillos del primer encierro habían sido aguijoneados. Sólo así explicaban una actitud mortecina y desangelada.
Los cuatro novillos que ayer pisaron La Reguera proporcionaron unas sensaciones satisfactorias, y en mayor nivel a medida de pasaban los minutos. Prueba de ello es que consiguieron diseñarse y llevarse a efecto casi media docena de espantes con el consiguiente revuelo de jinetes, caballos, toros, cabestros y espantadores.
La faena resaltó, asimismo, al conseguirse encerrar tres toros de golpe quedando uno por la pradera al que trataron de llevar al destino sacando de nuevo a los bueyes en su busca. En la brega por subirlo fue cuando el caballista Pablo, con años en el oficio, vivió sus momentos de apuro porque el astado clavo al caballo en el pecho y en la verija, desmontando al jinete, que salió bien parado porque el toro no hizo por él.
El encierro por La Reguera fue seguido por una gran masa de espectadores.
Hacia las 13.00 horas comenzó el encierro de calle, con dos novillos sacados de la plaza, uno de ellos fue el autor de la cornada al aficionado de Fuentespreadas. Seguidamente sacaron al callejero a los cuatro novillos de la pradera y todo transcurrió con gran juego para los aficionados al reto de tentar la combatividad de las reses y demostrar sus cualidades físicas. Al final, el vigor de los toros volvió a ser el centro de los comentarios, reclamándose que los toros del encierro sean los toros bravos de la dehesa.