De bien nacido...
Corrales asigna el nombre del escritor Mariano García Torres a la sala de lectura en reconocimiento a la donación de libros realizada al pueblo
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Grupo de personas que de forma voluntaria atienden la biblioteca de Corrales. Foto S. R.
S. RAMOS El Ayuntamiento de Corrales del Vino ha puesto el nombre de Mariano García Torres a la sala de lectura de la Casa de Cultura de la localidad, como agradecimiento a la donación de libros realizada por este escritor que no nació en el pueblo, pero con el que a lo largo de su vida tuvo gran vinculación de hecho residió en Corrales durante más de una década. El último número del Boletín Informativo que publica mensualmente la agencia de desarrollo local del ayuntamiento corralino dedica un amplio artículo a este personaje, hijo de María Luisa Torres Salvadores, natural de Villaobispo del Valle de Vidriales. Su hermana, Esperanza Torres, fue maestra en Corrales durante la guerra y según parece dejo muy buenos recuerdos. Debido a la contienda militar, la familia tuvo que dispersarse, tomando diferentes caminos.
De esta manera María Luisa, ejerció de maestra en diferentes lugares del país hasta su jubilación cuando quiso volver a Corrales, donde había pasado prácticamente la infancia con la familia. Su hijo Mariano García Torres, «se sintió contagiado por todo lo que su madre le contaba de Corrales y así fue como se enamoró del pueblo y sus gentes» describe el reportaje donde se apuntan otros datos como el recorrido vital del escritor. Así, narra su preparación académica en Estocolmo (Suecia) para trasladarse posteriormente a París donde se licenció en Filología Española e Historia del Arte. Es en el país galo cuando se pone en contacto con la embajada de Guatemala estando de embajador el premio Nobel de Literatura (1967) Miguel Ángel Asturias, quien lo acoge como secretario personal.
Por entonces García Torres dominaba cinco idiomas: sueco, ruso, alemán, griego, y por supuesto castellano, también se hacia entender con el italiano y el portugués. Pasa el Mayo del 68 en París. Estará con el Nobel hasta su fallecimiento en 1974. Posteriormente, vuelve a Madrid, y por esta época es cuando compra una casa en Corrales del Vino situada en la Calle Génova, donde vivirá con su madre de forma permanente, exactamente «La Casa de los Demonios» como es conocida por las pinturas y dibujos de sus ventanas.
Durante varios años es colaborador habitual de prensa escrita en América Latina y toma contacto con escritores de la talla de Neruda, Borges, Sartre y Cortázar. De vuelta en Madrid sigue colaborando para periódicos hispanoamericanos haciendo reseñas culturales y critica de arte. En los 80 conoce a su amigo y compañero Vicente Currá Currá, con quien regentará con gran ilusión la Librería Técnica Torres Currá en Gijón (Asturias), hasta el año 1993. Desde entonces permanecen juntos y Mariano se dedica por entero a su labor de escritor. En 1996, le conceden el premio Ateneo de Sevilla por la obra «El Silencio Roto». Un año más tarde el Ayuntamiento de Corrales del Vino le rindió un homenaje por su trayectoria literaria.
Su salud empieza a debilitarse debido a la esclerosis múltiple que padece y muy a su pesar tienen que dejar Corrales para trasladarse a vivir a Valencia. La muerte de su madre le marca de tal manera que el deterioro físico que padece se incrementa a pasos agigantados y el 12 de febrero de 2007 fallece a los 55 años, tras no superar un paro respiratorio. Sus restos fueron incinerados en Valencia y trasladados al cementerio de Corrales del Vino.
Su actividad literaria comienza en la adolescencia con colaboraciones en prensa. En 1996 publica su primer libro, «El silencio roto» con el que gana el premio Ateneo de Sevilla de Novela 1996. Su segunda novela «Se van muriendo las rosas» se publica en el 2000 y fue unánimemente elogiada por la crítica, por su afortunada conjunción de excelencia narrativa y compromiso ético.
El Boletín Informativo recuerda que ha sido precisamente su compañero Vicente Currá quien ha hecho la donación de libros al pueblo por deseo expreso de su amigo teniendo un recuerdo emocionado para muchos de los vecinos con los que convivieron en perfecta armonía.
Corrales asigna el nombre del escritor Mariano García Torres a la sala de lectura en reconocimiento a la donación de libros realizada al pueblo
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Grupo de personas que de forma voluntaria atienden la biblioteca de Corrales. Foto S. R.
S. RAMOS El Ayuntamiento de Corrales del Vino ha puesto el nombre de Mariano García Torres a la sala de lectura de la Casa de Cultura de la localidad, como agradecimiento a la donación de libros realizada por este escritor que no nació en el pueblo, pero con el que a lo largo de su vida tuvo gran vinculación de hecho residió en Corrales durante más de una década. El último número del Boletín Informativo que publica mensualmente la agencia de desarrollo local del ayuntamiento corralino dedica un amplio artículo a este personaje, hijo de María Luisa Torres Salvadores, natural de Villaobispo del Valle de Vidriales. Su hermana, Esperanza Torres, fue maestra en Corrales durante la guerra y según parece dejo muy buenos recuerdos. Debido a la contienda militar, la familia tuvo que dispersarse, tomando diferentes caminos.
De esta manera María Luisa, ejerció de maestra en diferentes lugares del país hasta su jubilación cuando quiso volver a Corrales, donde había pasado prácticamente la infancia con la familia. Su hijo Mariano García Torres, «se sintió contagiado por todo lo que su madre le contaba de Corrales y así fue como se enamoró del pueblo y sus gentes» describe el reportaje donde se apuntan otros datos como el recorrido vital del escritor. Así, narra su preparación académica en Estocolmo (Suecia) para trasladarse posteriormente a París donde se licenció en Filología Española e Historia del Arte. Es en el país galo cuando se pone en contacto con la embajada de Guatemala estando de embajador el premio Nobel de Literatura (1967) Miguel Ángel Asturias, quien lo acoge como secretario personal.
Por entonces García Torres dominaba cinco idiomas: sueco, ruso, alemán, griego, y por supuesto castellano, también se hacia entender con el italiano y el portugués. Pasa el Mayo del 68 en París. Estará con el Nobel hasta su fallecimiento en 1974. Posteriormente, vuelve a Madrid, y por esta época es cuando compra una casa en Corrales del Vino situada en la Calle Génova, donde vivirá con su madre de forma permanente, exactamente «La Casa de los Demonios» como es conocida por las pinturas y dibujos de sus ventanas.
Durante varios años es colaborador habitual de prensa escrita en América Latina y toma contacto con escritores de la talla de Neruda, Borges, Sartre y Cortázar. De vuelta en Madrid sigue colaborando para periódicos hispanoamericanos haciendo reseñas culturales y critica de arte. En los 80 conoce a su amigo y compañero Vicente Currá Currá, con quien regentará con gran ilusión la Librería Técnica Torres Currá en Gijón (Asturias), hasta el año 1993. Desde entonces permanecen juntos y Mariano se dedica por entero a su labor de escritor. En 1996, le conceden el premio Ateneo de Sevilla por la obra «El Silencio Roto». Un año más tarde el Ayuntamiento de Corrales del Vino le rindió un homenaje por su trayectoria literaria.
Su salud empieza a debilitarse debido a la esclerosis múltiple que padece y muy a su pesar tienen que dejar Corrales para trasladarse a vivir a Valencia. La muerte de su madre le marca de tal manera que el deterioro físico que padece se incrementa a pasos agigantados y el 12 de febrero de 2007 fallece a los 55 años, tras no superar un paro respiratorio. Sus restos fueron incinerados en Valencia y trasladados al cementerio de Corrales del Vino.
Su actividad literaria comienza en la adolescencia con colaboraciones en prensa. En 1996 publica su primer libro, «El silencio roto» con el que gana el premio Ateneo de Sevilla de Novela 1996. Su segunda novela «Se van muriendo las rosas» se publica en el 2000 y fue unánimemente elogiada por la crítica, por su afortunada conjunción de excelencia narrativa y compromiso ético.
El Boletín Informativo recuerda que ha sido precisamente su compañero Vicente Currá quien ha hecho la donación de libros al pueblo por deseo expreso de su amigo teniendo un recuerdo emocionado para muchos de los vecinos con los que convivieron en perfecta armonía.
