Y sumido en la más desoladora de las tristezas, aquella
noche mientras esperaba, caí en tierra y rece la vieja oración que me enseñaron de niño. La única que no se ha borrado de mi corazón...
PADRE NUESTRO... Padre porque sin duda, me has creado, sacándome como un destello eterno de tu corazón de oro... QUE ESTAS EN LOS
CIELOS...
En los cielos infinitos de tus infinitas dimensiones. En el negro y en el blanco que yo añoro y del que un día salí. Que estás en los cielos limitados y de plomo de cada
... (ver texto completo)