AQUEL DÍA ESPERABA QUE AMANECIERA,
A las doce de la noche salimos a campo abierto, era segar sin reproche y sin perder el aliento. Solo tenía trece años cuando soñaba despierto, no me asustaban los daños ni pasar junto algún muerto. Mi padre con su firmeza marcaba el rumbo de aquello, era andar por los caminos pensando en un campo bello. La madrugada era dura, la brisa levanta el pelo, en aquella noche oscura fui mirando al firmamento. Las estrellas nos marcaban aquel Camino del Puerto, las herraduras saltaban chispas haciendo ver todo incierto. Con una hoz en la mano para ganar el sustento, no sabía que era inhumano el poder estar contento. Las tres de la madrugada segando sin ver el suelo, era dura la jornada que no te daba consuelo. Cuando llegó la alborada mi corazón muy despierto, noté la vida encantada estando todo contento. Era un día de ir segando para llegar a buen puerto, no muy lejos queda el Duero que parecía despierto. La mañana fue pasando, desayunamos al viento, la jornada fue alternando sin querer ver sufrimiento. La tarde se fue marchando, el Sol perdió sus reflejos, fuimos a casa trotando por estar bastante lejos. La vida que fue tan dura hoy ocupa mi silencio, en aquella noche oscura quise abrazar el desprecio. Eran tiempo de ir ganando un pequeño sobresueldo, la siega nos fue dejando algún recuerdo siniestro. Hoy que han pasado los años, no puedo olvidar aquello, se que subí los peldaños siendo un chiquillo risueño. Se olvidaron los caminos, más yo los llevo muy dentro, hablan de los negros signos de vivir el descontento. G X Cantalapiedra.
A las doce de la noche salimos a campo abierto, era segar sin reproche y sin perder el aliento. Solo tenía trece años cuando soñaba despierto, no me asustaban los daños ni pasar junto algún muerto. Mi padre con su firmeza marcaba el rumbo de aquello, era andar por los caminos pensando en un campo bello. La madrugada era dura, la brisa levanta el pelo, en aquella noche oscura fui mirando al firmamento. Las estrellas nos marcaban aquel Camino del Puerto, las herraduras saltaban chispas haciendo ver todo incierto. Con una hoz en la mano para ganar el sustento, no sabía que era inhumano el poder estar contento. Las tres de la madrugada segando sin ver el suelo, era dura la jornada que no te daba consuelo. Cuando llegó la alborada mi corazón muy despierto, noté la vida encantada estando todo contento. Era un día de ir segando para llegar a buen puerto, no muy lejos queda el Duero que parecía despierto. La mañana fue pasando, desayunamos al viento, la jornada fue alternando sin querer ver sufrimiento. La tarde se fue marchando, el Sol perdió sus reflejos, fuimos a casa trotando por estar bastante lejos. La vida que fue tan dura hoy ocupa mi silencio, en aquella noche oscura quise abrazar el desprecio. Eran tiempo de ir ganando un pequeño sobresueldo, la siega nos fue dejando algún recuerdo siniestro. Hoy que han pasado los años, no puedo olvidar aquello, se que subí los peldaños siendo un chiquillo risueño. Se olvidaron los caminos, más yo los llevo muy dentro, hablan de los negros signos de vivir el descontento. G X Cantalapiedra.