Nadie deja su tierra por gusto. Cuando por razones de trabajo hay que coger la maleta y meter las cuatro cosas más imprescindibles para viajar, en busca de de un empleo con el que ganar los garbanzos para los nuestros, se pasa un mal trago, ; cuando llegas al Murallón y giras la vista un momento contemplando aquello que fué tu niñez y tu
juventud y que lo dejas, a pesar de todo, porque los medios de vida de nuestro
pueblo no son suficientes para tantos habitantes.
Por eso, cuando llega el tiempo
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