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VENTOSA DE LA CUESTA: Un viento frío empezó a soplar desde el noreste, arrastrando...

Un viento frío empezó a soplar desde el noreste, arrastrando negras y
Amenazadoras nubes sobre Jerusalén. Apenas si quedaban tres horas de luz y,
Consciente de que nuestra próxima reunión en el Ramada Shalom había sido
Programada para las 18 horas, aceleré el paso. Tampoco en aquellos
Momentos sabía lo que buscaba. ¿Quizá algún escondido o remoto vestigio del
Lugar donde el Maestro acostumbraba a plantar su campamento?
Conforme fui aproximándome al jardín de Getsemaní, aquel empeño iría
Debilitándose. Como dije, ni siquiera el templo que recuerda el lugar del
Prendimiento del Galileo está correctamente emplazado. Durante algunos
Minutos ascendí por la estrecha carretera que se empina hacia la cumbre y que
Desemboca en la mezquita de la Ascensión. Y tomando como referencia la
Puerta Dorada del muro este del Templo , ahora tapiada hasta “el fin de los
Tiempos "Y giré a la izquierda, saliendo de la calzada. Si no me equivocaba,
No muy lejos de allí había vivido los intensos momentos de la “oración del
Huerto" del proceso sanguinolento o “hematohidrosis" de Jesús. Y en una cota
Inferior, en el viejo y extinguido sendero, la llegada de la tropa romana y
Levita y el accidentado prendimiento del Maestro . No tardé mucho en desistir.
Tras una corta incursión en un reducido campo en el que crecían unos
Jovencísimos olivos, una serie de modernas fincas me cortó el paso. Todo
Había sido arrollado por el progreso. Una vez más, perdido en mi propio
Presente, lamenté que los seres humanos no hayan sabido o querido respetar
Un entorno tan entrañable y sagrado como aquel. Sé que es un sueño
Imposible, pero ¿no hubiera sido más emotivo y auténtico conservar, tal cual
Eran, los lugares donde vivió el Cristo. Sin iglesias ni santuarios? Después de
Estas decepcionantes vivencias, comprendo mejor a los seguidores del rabí de
Galilea que eligen rememorar su recuerdo, alejándose de los tradicionales
santos lugares” y buscando aquellos parajes -montañas, desiertos, playas de
Galilea o campiñas- que siguen vírgenes y sin transformación alguna..Poco faltó para que, al descender hacia la transitada carretera de Derech
Yericho -la que pasa frente a la iglesia de Getsemaní-, siguiera mi camino, en
Busca de un taxi que me devolviera al hotel. Pero “algo" inexplicable, esa
Especie de “ fuerza” interior que me acompaña desde 'entonces, me obligó a
Detenerme frente a la puerta del Holy Place: el jardín donde se conservan y
Miman ocho venerables olivos que, según la tradición, fueron los mismos que
Cobijaron al Maestro. Tras sortear a los inevitables vendedores ambulantes y a
Los árabes que se empeñan en montar a los turistas en sus camellos, penetré en
El silencioso y sosegado recinto. Empezaba a llover y la mayoría de los
Escasos visitantes se precipitaba hacia la salida. Al ver los ancianos y
Enroscados olivos sentí un estremecimiento. Algunos de aquellos vetustos y
Gruesos ejemplares sí eran idénticos a los que crecían en la propiedad de
Simón "el leproso". Aferrado a la cerca de hierro que los separa y protege del
Público y absorto en la contemplación de aquellos posibles testigos mudos del
Paso de Jesús de Nazaret durante sus caminatas por la falda del Olivete. No me
Percaté de la intensa lluvia que me empapaba. Hasta que, providencialmente,
Casi como una aparición. Vi surgir de debajo de uno de los frondosos olivos, a
Un personaje menudo que, a buen paso, se situó frente a mi. Con una luminosa
Sonrisa, el franciscano me devolvió a la realidad, recordándome que estaba
Lloviendo. Y sin más protocolos me hizo cruzar la verja, conduciéndome al pie
Del gigantesco árbol del que le había visto separarse segundos antes. Era el
Padre José Montalverne. Casualmente, jardinero de excepción y una de las
Autoridades mundiales en el asunto de los añosos olivos de Getsemaní. Bajo
Las brillantes hojas verdiblancas del improvisado "paraguas” se estableció
Entre ambos una viva corriente de simpatía. Cuando le interrogué acerca de la
Antigüedad real de aquellos ocho ejemplares, el religioso sonrió
Maliciosamente, , como si aquella pregunta fuera habitual entre los peregrinos
Que les visitan a diario. El amable y paciente franciscano me explicó entonces
Que habían sometido una porción de un tronco abatido en 1954 a las pruebas
Del carbono 14. Pues bien, según las tablas de Nieh-Bohr, aquella madera se
Remontaba a 200 años antes de Cristo. Al replicarle que los romanos habían
Ordenado la tala de todos los árboles que rodeaban Jerusalén (1), Montalverne,
Sin inmutarse, me aconsejó que si deseaba mayor información sobre los olivos
No dudase en consultar con el profesor Shimón Lavee, director del Volcani
Agriculture Centre, en Betá Dagan. Lavee es considerado como el más grande
Especialista del mundo en olivos. Y según este científico, “cualquier olivo de
Israel que tenga una circunferencia en su base de seis metros, tiene, al menos,
Dos mil años”. El franciscano señaló entonces el rugoso y atormentado tronco
Del árbol que nos resguardaba de la lluvia, añadiendo:
---.(1) Para muchos historiadores, este punto no aparece del todo claro. Flavio
Josefo escribe que Tito mandó cortar todos los árboles existentes alrededor de
La Ciudad Santa. Esto ocurría en el año 70. Otros especialistas, en cambio,
Opinan lo contrario: que el general romano Vespasiano y su hijo Tito tuvieron
Sumo cuidado en respetar los lugares sagrados. Y éste, Getsemaní o el "jardín
De Zorobabel", como lo denominan todavía los árabes, era considerado como
Zona sagrada y monumental. Al parecer, dicho "jardín” fue plantado por orden
Del rey Ciro de Babilonia, hacia los años 520-530 a.C. (no. Del m.).