MOTA DEL MARQUES: MÁS ALLÁ DE LA NAVIDAD I...

MÁS ALLÁ DE LA NAVIDAD I

Cuando pueda sentarme en la butaca vacía del tiempo, sin falsos decorados, para ver pasar esta comedia social en la que estamos inmersos, podré entonces mirar tras el espejo y recordar que viví en la vida dentro de un bullicioso cementerio. Cuando tanta mediocridad ya no te permita, ni encender un cirio que pueda alumbrar una sonrisa, pensaré que tanta falsedad sólo es cosa de la mala política mundana. Que hasta los medios de comunicación sólo airean, pero no ridiculizan tanta banalidad social y que a la gente sencilla nos ata al universo de los sueños. Cuando sólo queden palabras estériles, desprovistas de contenido y ya no sean más que frases vacías, sin fondo humano, que hasta la palabra amor pierda su sentido, entonces seguiré “buscando a Diógenes, el del farol” para preguntarle si encontró lo que buscaba.
Quién sabe si el pesimismo no es un banco de espera, un rasgo de prudencia y de sentido común. Lo miremos del color que lo miremos, también se puede vivir contento entre mentiras, caminando con su disfraz. El interior sólo se reserva a la bondad si somos capaces de encontrar la verdad, detrás del decorado.
El dios dinero se ha adueñado del bienestar para inmunizar las conciencias. Su reino sólo habita en corazones de papel, y en guiños de falsa felicidad.
Como todos los años, llega la navidad revestida de luces, invitando a comprar la alegría o la tristeza y nos acoge un año más con sus brazos ortopédicos, para consumir cuanto más mejor, para que nada falte en la mesa, o todo falte (depende de como se mire). Yo ya no sé lo que queda de la navidad cristiana que vivimos en la época de nuestra niñez, que sonaban los villancicos y la alegría de vivir.
Dejemos que los niños, grandes y pequeños sigan escribiendo a los Reyes Magos, esperando ver y contemplar muchos regalos con la misma candidez que lo hace la mirada limpia de un niño o de un perro, que sólo pide cariño.
Que la buena estrella nos inunde de bondad, para pensar en los pobres y marginados, no sólo en Navidad. Ellos siempre esperan más que una mirada compasiva y, algo más de calor humano. Si es que nos lo permite este monstruo multiforme, que nos mete prisa en el asfalto, que, hecha su zarpa enmascarada para ir deprisa hacia ningún sitio, pero que se muestra amable, ofreciéndote la felicidad del mañana, como si fuera un gran seguro de vida y bienestar (algo así como hacen los bancos, regalando paraguas para quitárnoslos cuando llueve). Un gigantesco monstruito insaciable, que sólo invita a consumir mirando hacia esta globalización, a la que tendríamos que gritar, más que con movilizaciones y huelgas con razones inapelables. Pedir con mucha más contundencia justicia en este mundo miserable, para que el sistema no nos siga robando el sueño del mañana, permitiendo respuestas mudas, mientras se queda dormido en la indiferencia.
Si yo fuera el mago de la lotería -el de antes- que nos ofrecía hacernos ricos a todos. Si yo tuviera fuerza para calmar la ira de tanta violencia, de tanta incongruencia. Si todos juntos fuéramos capaces de escuchar la conciencia de un inmenso corazón humano y, quisiéramos… En fin, sí que podríamos hacer esa magia para poder despertar a este monstruo con un beso, con una caricia, ahora y el resto del año. Entre todos podríamos hacer que se mirase en el espejo de la vida, para hacerle sonreír por dentro, más allá de la navidad.

Jacinto Herreras Martín


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