La represión empezó desde el inicio mismo del levantamiento militar. Sus primeras víctimas fueron oficiales que se negaron a secundar la sublevación. Los rebeldes procedieron a su ejecución tras un procedimiento sumarísimo o a su detención sin ningún tipo de garantías judiciales. La suerte de muchos oficiales dependió, durante esas primeras jornadas, de la actitud que adoptaron sus jefes a favor o en contra de la rebelión. Una decisión desacertada al elegir el bando amigo, o incluso excesivamente titubeante, podía conducir al paredón si la comandancia militar a la que se pertenecía se había inclinado por el bando contrario. El gobierno republicano respondió con igual dureza en las ciudades donde fue abortado el alzamiento. Los rebeldes fueron ejecutados sumarísimamente tras ser reducida su intentona; así el general Goded en Barcelona o la oficialidad al mando del general Fanjul en el Cuartel de la Montaña de Madrid.
Casi a la par, comenzó la represión política. Gobernadores Civiles, alcaldes y diputados fueron detenidos y sustituidos en sus cargos por jefes y oficiales rebeldes. La suerte que corrieron muchos de ellos es de sobra conocida. En la zona republicana, asimismo, se reprimió duramente a los líderes de las formaciones derechistas. Con el paso de los días, en uno y otro bando, no sólo fueron reprimidos los dirigentes y cargos electos de los partidos políticos, sino que las purgas se extendieron hasta los propios militantes de base o los meramente sospechosos de profesar ideologías contrarias.
para opinar sobre un tema hay que conocerlo o documentarse sobre el mismo, la critica sin razon no lleva a ninguna parte, solo intenta ocultar la verdad.
Casi a la par, comenzó la represión política. Gobernadores Civiles, alcaldes y diputados fueron detenidos y sustituidos en sus cargos por jefes y oficiales rebeldes. La suerte que corrieron muchos de ellos es de sobra conocida. En la zona republicana, asimismo, se reprimió duramente a los líderes de las formaciones derechistas. Con el paso de los días, en uno y otro bando, no sólo fueron reprimidos los dirigentes y cargos electos de los partidos políticos, sino que las purgas se extendieron hasta los propios militantes de base o los meramente sospechosos de profesar ideologías contrarias.
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