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CUENCA DE CAMPOS: ¡Todo es noche, noche oscura! ...

¡Todo es noche, noche oscura!
Ya no veo la hermosura
de la luna refulgente;
del astro resplandeciente
tan sólo siento el calor.

No hay nubes que el cielo dora;
ya no hay alba, no hay aurora
de blanco y rojo color.

Ya no es bello el firmamento;
ya no tienen lucimiento
las estrellas en el cielo
todo cubre un negro velo
ni el día tiene esplendor.

No hay matices, no hay colores
ya no hay plantas, ya no hay flores
ni el campo tiene verdor.
Ya no gozo la belleza,
que ofrece l naturaleza,
lo que al mundo adorna y viste;
todo es noche, noche triste
de confusión y pavor.

Doquier miro, doquier piso,
nada encuentro, y no diviso
más que lobreguez y horror.
Pobre ciega desgraciada,
flor en su abril marchitada,
¿Qué soy yo sobre la tierra?

Arca do triste encierra
su más tremendo amargor;
y mi corazón enjuto
cubierto de negro luto,
es el trono del dolor.

En mitad de su carrera,
cuando más luciente era,
de mi vida el astro hermoso,
en eclipse tenebroso
por siempre se oscureció.

De mi juventud lozana,
la primavera temprana
en invierno se trocó.

Mil placeres halagüeños,
bellos días y risueños,
el porvenir me pintaba,
y seductor se mostraba
por un prisma encantador.

Las ilusiones volaron,
y en mi alma sólo quedaron
la amargura y el dolor.

Cual cautivo desgraciado
que se mira condenado
en su juventud florida
a pasar toda su vida
en una horrenda prisión;
tal me veo; de igual suerte,
sólo espero que la muerte
de mí tenga compasión.

Agotada mi esperanza,
ya ningún remedio alcanza
ni una sombra de delicia
a mi existencia acaricia;
mis goces son el sufrir;
y, en medio de esta desdicha,
sólo me queda una dicha,
y es la dicha de morir.