APOLOGÍA DEL ADOBE
Decir que estamos ante un monolito
fabricado desde siglos,
sería abordar la Historia desde sus raíces.
Estamos ante un símbolo de adobe,
materia sacada de la tierra
y del esfuerzo y la voluntad
de quienes lo trabajaron y vivieron…
Esta idea, esta aventura de querer perpetuar
la nobleza de una materia como el adobe,
nos ha hecho, por un momento,
pensar en nuestros antepasados…
El adobe fue su cobijo y el de muchas generaciones…
Todavía sigue en pie
resistiendo los avatares y las inclemencias
de tiempos pasados y venideros…
¡Qué caluroso en invierno!
¡Qué fresco en verano!
Junto a sus muros,
la tradicional siesta de Morfeo, que podía durar horas…,
avanzaba…, progresaba en las escaramuzas lúbricas
de un letargo sin comienzo ni fin…
La fresca y húmeda oscuridad de la tierra,
nuestros bostezos rompiendo el silencio,
hacían que el adobe fuera un remanso
para nuestros más profundos pensamientos…
Hoy, lustros, siglos después, ha merecido el adobe
el reconocimiento de quienes recuerdan
cuántos hacían falta para la construcción de sus casas,
techumbres, paredes, y, cómo los moldes
hechos de madera (las adoberas)
servirían para la construcción de nuevas casas…,
de nuevas generaciones, de nuevas ilusiones…
ADOBE, materia sencilla y noble,
MOLINO DE CUENCA DE CAMPOS,
haz, como un mito lejano, que la Historia continúe,
reviviendo, año tras año, la voluntad de este pueblo
que se refleja en tus muros…
Decir que estamos ante un monolito
fabricado desde siglos,
sería abordar la Historia desde sus raíces.
Estamos ante un símbolo de adobe,
materia sacada de la tierra
y del esfuerzo y la voluntad
de quienes lo trabajaron y vivieron…
Esta idea, esta aventura de querer perpetuar
la nobleza de una materia como el adobe,
nos ha hecho, por un momento,
pensar en nuestros antepasados…
El adobe fue su cobijo y el de muchas generaciones…
Todavía sigue en pie
resistiendo los avatares y las inclemencias
de tiempos pasados y venideros…
¡Qué caluroso en invierno!
¡Qué fresco en verano!
Junto a sus muros,
la tradicional siesta de Morfeo, que podía durar horas…,
avanzaba…, progresaba en las escaramuzas lúbricas
de un letargo sin comienzo ni fin…
La fresca y húmeda oscuridad de la tierra,
nuestros bostezos rompiendo el silencio,
hacían que el adobe fuera un remanso
para nuestros más profundos pensamientos…
Hoy, lustros, siglos después, ha merecido el adobe
el reconocimiento de quienes recuerdan
cuántos hacían falta para la construcción de sus casas,
techumbres, paredes, y, cómo los moldes
hechos de madera (las adoberas)
servirían para la construcción de nuevas casas…,
de nuevas generaciones, de nuevas ilusiones…
ADOBE, materia sencilla y noble,
MOLINO DE CUENCA DE CAMPOS,
haz, como un mito lejano, que la Historia continúe,
reviviendo, año tras año, la voluntad de este pueblo
que se refleja en tus muros…
