El galán y la dama
Cierto galán, a quien París aclama
petimetre del gusto más extraño,
que cuarenta vestidos muda al año,
y el oro y plata sin temor derrama,
celebrando los días de su dama,
unas hebillas estrenó de estaño,
sólo para probar con este engaño,
lo seguro que estaba de su fama.
« ¡Bella plata! ¡Qué brillo tan hermoso!
Dijo la dama: ¡viva el gusto y numen
del petimetre, en todo primoroso!»
Y ahora digo yo. «Llene un volumen
de disparates un autor famoso,
y si no le alabaren, que me emplumen.»
Cuando un autor ha llegado a ser famoso, todo se le aplaude.
Tomas de Iriarte
Cierto galán, a quien París aclama
petimetre del gusto más extraño,
que cuarenta vestidos muda al año,
y el oro y plata sin temor derrama,
celebrando los días de su dama,
unas hebillas estrenó de estaño,
sólo para probar con este engaño,
lo seguro que estaba de su fama.
« ¡Bella plata! ¡Qué brillo tan hermoso!
Dijo la dama: ¡viva el gusto y numen
del petimetre, en todo primoroso!»
Y ahora digo yo. «Llene un volumen
de disparates un autor famoso,
y si no le alabaren, que me emplumen.»
Cuando un autor ha llegado a ser famoso, todo se le aplaude.
Tomas de Iriarte