Ermitaña venerable
de esta ermita franciscana
de lejos te llego el mal,
vino de tierras lejanas.
Cuando jugaban las niñas
a tu cuello se abrazaban.
Tu dejandote querer,
matrona siempre callada.
A las lavanderas vieron
tus ojos de mil pestañas
tender ropa en la pradera
asta dejarla
nevada