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CUENCA DE CAMPOS: pos mu gonita peo un poco laga

A LA SOMBRA DE UNA HISTORIA

(Continuación y Final)

Hacía ya varias semanas que habíamos perdido de vista a la nao capitana y navegábamos sin rumbo fijo. Una noche, mientras yacía extenuado en la toldilla de popa, me sobresaltaron los gritos de la marinería; la fuerte brisa, pronto se convirtió en un viento huracanado y a cada embestida de las olas, la mesana y el palo mayor crujían de un modo espantoso, como si fueran a saltar en mil pedazos en cualquier momento. En medio de la confusión reinante, sólo alcancé a comprender que nos hallábamos a merced de la tormenta. Al poco, retumbó bajo nosotros un rumor sordo, como el de un trueno, mientras la nave viraba de costado y se oía el estrépito de las cuadernas al saltar hechas astillas. Luego, intenté ponerme en pie y alguien tiró de mí con fuerza; después, debí golpearme la cabeza y ya sólo hubo silencio y oscuridad…

Aquella isla perdida en el reino de las mareas se convirtió en una nueva patria y, si Dios así lo ha ordenado, será nuestra última morada. Gracias a los restos del naufragio, los escasos supervivientes conseguimos construir una rústica vivienda, en un lugar protegido del sol y los vientos, frente a esta inmensa playa de arena blanca que se extiende entre los arrecifes poblados de peces y las selvas del interior.

Nuestros afanes, desde entonces, se resumen en uno solo: sobrevivir. Y lo cierto es que hemos tenido la fortuna de dar con nuestros huesos en un lugar dónde la prodigalidad de la naturaleza nos asegura el diario sustento.

No creo tener cumplidos más de treinta y dos años, pero me siento como si hubiera visto ya transcurrir toda mi vida. Se desvanecieron las ilusiones que encandilaban los tiempos felices de Salamanca y, sin embargo, cuando en las noches serenas levanto la vista hacia las estrellas, resplandecientes entre el ramaje de la selva, me invade un sosiego que no alcanzo a explicarme.

Me pregunto a veces si nuestra ciencia puede bastar para dar respuesta al misterio de la Creación. Hasta he llegado a pensar que, tal vez, sea vano el afán de buscar la verdad en el discurso sutil de los sabios. Puede que la verdad viva en nosotros ya antes de empeñarnos en encontrarla.
F I N
Carlos Montuenga

NO T A.- A la sombra de una historia escrita por Carlos Montuenga bajo el título EN LOS CONFINES DE MUNDO, me he permitido la licencia de añadir algunas aportaciones locales, para implicar más si cabe, a los lectores en este bello relato. Es evidente que la historia del relator es ficticia, - que no los hechos -. Aunque... ¿porqué no pudo ocurrir algo parecido ¿¡Quién sabe ¡
Díez-Ramón

pos mu gonita peo un poco laga
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Hay que ver de la Lama como te has quedado con el personal. La verdad es que tenía mis dudas si lo hacías en broma o en serio, ahora ya me lo has aclarado.
Saludos.