CUENCA DE CAMPOS: Si alguna vez mi pena...

Si alguna vez mi pena
cantaste tiernamente, Lira mía,
y en la desierta arena
desde campo extendido
donde la oscura noche al claro día
rompiste mi gemido;
ahora olvida el llanto,
y vuelve al alto y desusado canto.

No celebro los hechos
del duro Marte, y sin temor osados
los valerosos pechos,
la siempre insigne gloria,
de aquellos Españoles no domados;
que para la memoria,
que canto me da aliento
Febo a la voz, y vida al pensamiento.

Escriba otro la guerra,
y en Turca sangre el ancho mar cuajado,
y en la abrasada tierra
el conflicto terrible,
y el Lusitano orgullo quebrantado
con estrago increíble;
que no menor corona
teje a mi frente el coro de Elicona.

A la grandeza vuestra
no ofenda el rudo son de osada lira;
que en lo poco que muestra,
glorioso Fernando,
aunque desnuda de destreza espira,
el curso refrenando
el sacro Esperio río
mil veces se detuvo al canto mío.

El linaje y grandeza,
y ser de tantos reyes descendiente,
la pura gentileza
y el ingenio dichoso,
que entre todos os hacen excelente,
y el pecho generoso,
y la virtud florida,
de vos prometen una heroica vida.

No basta no el imperio,
ni traer las cervices humilladlas
presas en cautiverio
con vencedora mano;
ni que de las banderas ensalzadas
el Cita y Africano
con medroso semblante,
y el indo y persa sin valor s' espante.

Que quien al miedo obliga
y rinde el corazón, y desfallece
de la virtud amiga;
y va por el camino,
do la profana multitud perece,
sujeto al yugo indino
pierde la gloria y nombre,
pues siendo más, se hace menos hombre.

Los Héroes famosos
los niervos al deleite derribaron,
que ni en los engañosos
gustos, ni en lisonjeras
voces de las sirenas peligraron;
ante las ondas fieras
atravesando fueron,
por do ningunos escapar pudieron.

Seguid, Señor, la llama
de la virtud, que en vos sus fuerzas prueba;
que si bien os inflama
de su amor en el fuego,
viendo su bella luz, con fuerza nueva,
sin admitir sosiego,
buscaréis en el suelo
la que consigo os alzará en el cielo.

No os desvanezca el pecho
la soberbia ignorante y engañada,
ni lo mostréis estrecho;
que para aventajaros
entre las sombras de esta edad culpada,
devéis siempre esforçaros,
que sólo es vuestro aquello,
que por virtud pudiste merecerlo.

Aquél que libre tiene
d' engaño el corazón, y sólo estima
lo que a virtud conviene;
y sobre cuanto precia
el vulgo incierto, su intención sublima,
y el miedo menosprecia,
y sabe mejorarse,
sólo señor merece y rey llamarse.

Que no son diferentes
en la terrena masa los mortales;
pero en ser excelentes
en virtud y hazañas,
se hacen unos de otros desiguales,
estas glorias extrañas,
en los que resplandecen,
si ellos no las esfuerzan, se entorpecen.

Por el camino cierto
de las divinas Musas vais seguro;
do el cielo os muestra abierto
el bien, a otros secreto,
con guía tal, que en el peligro oscuro
de perturbado afecto
venciendo el duro asalto,
subiréis de la gloria en lo más alto.

Y porque las tinieblas,
fatal estorbo a la grandeza humana,
no ascondan en sus nieblas
el valor admirable,
haré que en vuestra gloria soberana
siempre Talía hable;
y que la bella Flora,
y los reinos la canten de la Aurora.
Fernando H.


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