Recordando aquellos rebaños, VALDENARROS

Tiene rostro este cielo, estas nubes de semblante entristecido, que ya no esperan ni las plumas de un ave que las vuele. Y qué callado descanso en ese verde mantel del otoño. Qué estirados respaldos de copa levantada esparcen su aroma en el aire que suspiran.

Ellas se mueven e incluso se mecen, a veces sin querer, mientras esperan que el ocaso les grite que se acabó la libertad. Y llegará la noche con luces blancas y sueños eternos. Y mañana seguirán ahí. Los mismos huéspedes con la misma lentitud… y él con la misma soledad de una silla vacía.
Lo sabe todo y no sabe nada. Sabe que pronto caerá la lluvia, pero no porqué se derraman sus ojos. Sabe de verdades y sin embargo él no para de mentirse. Sabe mucho de lo vertiginoso que es el tiempo, pero nunca entenderá esas horas interminables del reloj.
(Diciembre de 2017)