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Aquel día guisó las lentejas tres veces la misma mañana, y no lo hizo más veces porque de repente se le olvidó como se encendía el fuego. Era el primer eslabón de una cadena de olvidos, porque el primer objetivo del alzheimer es aniquilar la memoria y el siguiente arrasar las defensas de familiares y cuidadores del enfermo. Después de quemar y volver a quemar las lentejas y de hacer cábalas sobre lo que le podía pasar, el neurólogo lo solucionó con una simple pregunta.
¿Sabe qué día de la semana es hoy?, Dijo que era jueves… pero era lunes. Y el diagnóstico fue tan inapelable como el dolor que recorrió todo el cuerpo de su hijo, que se quedó clavado en la silla como si lo hubiera fulminado el rayo de la amargura. Sabía muchas cosas de la enfermedad y por tanto en ese mismo segundo era consciente del tortuoso camino que se abría al otro lado de la puerta de la consulta del hospital. A veces es mejor la ignorancia, porque el desconocimiento en muchos casos evita los malos presagios. A partir de ahí sus vidas dejaron ser una montaña rusa para convertirse en un tobogán hacia el abismo. Toda las enfermedades son crueles, pero el alzheimer está en cabeza de la clasificación. Los síntomas comienzan a ser visibles antes de que se abra el pozo del olvido. La mirada comienza a perder intensidad y viveza. Te asomas al fondo de sus ojos y no ves nada, no responden a ningún estímulo, no muestran ningún sentimiento. Son los primeros en iniciar el viaje hacia la indiferencia. Después la cara, esa cara activa, expresiva, agradable, se va convirtiendo poco a poco en una máscara casi inerte, en la que las únicas señales de vida son una boca semiabierta, en un abandono de interés, y un pestañeo lento, irregular y como aburrido de su rutina. Donde antes había vitalidad, decisión, sorpresa, alegrías tristeza,... ya no queda ni siquiera dolor. Es como si de repente haces un viaje a la Antártida, saludas a una esquimal y esperas que haga algún gesto de reconocimiento. El abismo comienza a abrirse por los ojos y por la cara y el pozo negro del dolor de los hijos o de cualquier otro familiar, comienza a ser negro y punzante desde sus primeros huecos. En el enfermo se deteriora su físico al mismo ritmo que provoca agujeros en el corazón de los que están a su lado. Ya no hay rutinas, no hay actos reflejos ni hay costumbres. Cada día es una nueva incognita porque el enfermo de Alzheimer se transforma al mismo ritmo que lo azota la enfermedad. Un día se le olvida vestirse, otro día se le olvida tragar, otras veces parece que se ha recuperado y te dejas engañar con una brisa de esperanza... Es un azote continuo a la resistencia física y a la fortaleza moral de los que están a su lado. Llega un momento que esa ayuda no es suficiente, por falta de tiempo, por falta de conocimientos y sobre todo por falta de medios adecuados para que su último paso sea lo más seguro posible. Entonces al dolor de la enfermedad, se une el drama de la separación. Crees que la distancia va a acelerar el olvido y va a progresar en su abandono. Y ni un sólo día acabas satisfecho de lo que has hecho el día anterior. Hasta que te sientes en la oscuridad del sillón y te das cuenta que haces todo lo que está en tu mano y más, te reconoces a ti mismo que estás donde hay que estar y que el enfermo está donde mejor puede estar. Y si al encender la luz y levantarte del sofá no has llegado a esa conclusión, es mejor que tú también vayas al médico, y que llames a otra puerta, distinta de la del neurólogo. Con ello vas a conseguir cierta tranquilidad y mucha seguridad en tu comportamiento. Pero esto no va a impedir que cada día que abandones la planta en la que vive un nuevo puñal se clave en tus entrañas. Al principio sólo duelen pero después empiezan a sangrar. Y cuando sus lagunas en la memoria se convierten en océanos de olvido, resulta ya muy difícil detener la hemorragia. Todo comenzó un día en el que coció las lentejas tres veces, y todo se acabó cuando dejó de reconocer como su nieta a aquella niña rubia que se columpiaba en el parque de la Residencia. Entre una imagen y otra parecía que habían pasado siglos, pero en realidad habían transcurrido poco más de dos años.
Después, cuando le pones perspectiva, te das cuenta que es una enfermedad que pone a prueba a familias completas, que lleva al límite muchas relaciones y que algunas veces hace saltar todas las costuras. Por suerte ahora ya no hay que decirlo desde la experiencia individual, sino que hay hasta guías de comportamiento. Ya es más difícil caer en el error de que simplemente lo malo del alzheimer es el enfermo que los sufre. Ahora hay un conocimiento generalizado de que la familia también sufre la enfermedad. Con otros síntomas y con otras consecuencias, pero no menos graves, y si se gestionan mal con resultados muchos más desastrosos que la pura enfermedad. El enfermo acaba perdiendo la consciencia de su mal, y sin embargo el familiar cada día aumenta su angustia y ansiedad por la situación que está viviendo. Al cansancio físico se une un terrible desgaste mental. Es insoportable ver sufrir a un ser querido, aunque sea un sólo día. Pero sí sufre alzhemir el sufrimiento es mayor cada día. Por eso en estas fechas que se celebra el Día Mundial del Alzheimer quiero destacar el papel de esos cuidadores y familiares que se someten a un examen diario con la seguridad de que nunca van a sacar matrícula de honor. Su esfuerzo, su preocupación, su dolor y sus desvelos son de un mérito incalculable. Antes sólo lo valoraban los que habían pasado por ese trance. Ahora hay un reconocimiento generalizado de ese trabajo e incluso se han dado los primeros pasos para que haya un reconocimiento legal y se contemplen las ayudas necesarias para esas personas que tienen que suspender su vida y su trabajo para dedicarse a cuidar a un familiar. Ojalá sea verdad y yo me alegraría sinceramente de que fuera así, aunque a algunos nos llegue muy tarde.
Por eso, a los que estáis pasando por esa situación, os diría que cuando al enfermo le empiecen a robar su memoria, tratéis de que tarde mucho más en perder sus sentimientos. Y que sentirse en algún momento culpable no sirve de nada, es perder el tiempo, y a ellos no les sobra. Y como lo que importan son los sentimientos, hay un poema que puede poner un poco calor en esa enfermedad descarnada. Lo escribió un enfermo cuando todavía le quedaban señales en su memoria.

NO ME PIDAS QUE ME ACUERDE
NO TRATES DE HACERME COMPRENDER
DÉJAME DESCANSAR
HAZME SABER QUE ESTÁS CONMIGO
ABRAZA MI CUELLO Y TOMA MI MANO
ESTOY TRISTE, ENFERMO Y PERDIDO
TODO LO QUE SÉ ES QUE TE NECESITO
NO PIERDAS LA PACIENCIA CONMIGO
NO JURES, NO GRITES, NO LLORES
NO PUEDO HACER NADA CON LO QUE ME OCURRE
AÚN ASÍ TRATO DE SER DIFERENTE
NO LO LOGRO
RECUERDA QUE TE NECESITO
QUE LO MEJOR DE MÍ YA PARTIÓ
NO ME ABANDONES, QUÉDATE A MI LADO
ÁMAME HASTA EL FINAL DE MI VIDA ... (ver texto completo)
Alejandro, yo recuerdo, bueno por lo que oi o me suena, que mi tío Lagunas era el cabrero, pero a lo mejor era el vaquero. seguro que tu sabrás sacarme de esta duda. permitirme usar tus palabras que en este momento me son muy útiles.

" Pero es bueno recordar que hubo unos años que en Blacos había una empresa en común, que exigía solidaridad y sacrificio, además de entendimiento y consideración." Saludos
Mi memoria sufre ya algunas lagunas y por tanto mis recuerdos no sé si se ajustan a la realidad. Por eso he tirado de mis fuentes y me he llevado una pequeña alegría, porque en esta ocasión el recuerdo es bastante fiel a la realidad. De los años en los que yo hablo de las cabras era cada día un vecino el que se encargaba de pastorearlas a la llamada del cuerno desde la barbacana del patio. Y esos años el tío Lagunas ya sólo se encargaba de tocar el cuerno porque se había jubilado de su oficio de ... (ver texto completo)
A esa hora en la que me peleaba con las legañas para abrir los ojos, sonaba el cuerno en el patio. Era una época en la que los sonidos sustituían a cualquier tecnología. El del cuerno en la penumbra del amanecer pedía a los vecinos de Blacos que llevaran sus cabras a las eras. Y es que en aquellos años todos, o casi todos los vecinos de Blacos tenían alguna cabra, que era fuente de vitaminas esenciales para la alimentación. Cuando todas las cabras estaban en la era un vecino se hacía cargo de ellas ... (ver texto completo)
Alejandro, yo recuerdo, bueno por lo que oi o me suena, que mi tío Lagunas era el cabrero, pero a lo mejor era el vaquero. seguro que tu sabrás sacarme de esta duda. permitirme usar tus palabras que en este momento me son muy útiles.

" Pero es bueno recordar que hubo unos años que en Blacos había una empresa en común, que exigía solidaridad y sacrificio, además de entendimiento y consideración." Saludos
hola jesua, gracias por volver con tus fotos. espero que ya se hayan resuelro esas averias. seguro que para la pòsteridad quedaran estos buenos raros que plasman tus fotos y no las malas historias que no deja de airear, quien quiera que sea.
En la mayoria de las comunidades, llamese pueblo, familia, empresa, pais.. cuecen habas, y siempre ha sido y sera.
pero en el nuestro la balanza se inclina hacia las cosa buenas que tenemos, que son las que hacen que sigamos acudiendo.
Un saludo a todos.
A ver si es verdad que el nuevo alcalde se atreve. aquí cada uno hace lo que quiere eso si en beneficio propio, el pueblo no les interesa a ninguno. A uno le interesan las tierras, a otros el coto, a otros joder a todo el que pueden para sumar menos amigos a los ninguno que tienen. Y detras el troll de verdad, ese señor que mueve los hilos de las marionetas y que al final se rie de las marionetas, del público y de todos. en blacos desde hace muchos años hay un cáncer, aveces dos o tres, que solo ... (ver texto completo)
Todo lo que sea pimplar y jamar se nos da de cojones.
Y hablando de artistas, nosotros, la Peña del Sombrero, tenemos los nuestros, como no podía ser de otra manera. He aquí a nuestro maestro jamonero, ríete de los de Guijuelo y sus alrededores. También tenemos a nuestro maestro asador, al estrujaletras, al discutid@r profesional, al chistos@ empedernid@, al golfista, que no golfo, al intendente, a l@s cocinill@s, autoridades en horas bajas, nuestra matasanos particular, nuestro gay bailador vergüenza ferroviaria, también tenemos algún mueble, muy necesarios en cualquier lugar que se precie, varios especímenes que valen lo mismo para un roto que para un descosido, artistas invitados, que no falten y al maestro probador catador estomago agradecido osea “yo”. ... (ver texto completo)
Y también reyes de la farándula y coros de pajarillos. Un pueblo tan pequeño y con tanto artista por metro cuadrado, dificil de superar. Y no hablemos de las fiestas, hacen palidecer a las de Barakaldo. Creo que van a venir de Pamplona a hacer un seguimiento para sus sanfermines
De todos es conocido que Blacos es una cuna de vividores, parranderos y jugadores, pero también es bien cierto que también lo es de cantantes, de voces blancas y puras. Qué valor tienen algunos, madre mía.
Emanaban de entre las Brozas gotas cristalinas, caían resbalando por el lecho de piedra haciendo surcos en tantos años, así se quedarían para la eternidad.

No tan someros sino más profundos porque pasarán más años, más inviernos, más heladas, más hierbas y flores cubrirán los surcos que llevan las gotas al mar.

Son las gotas del perfume de Pivoine de París, las que están en una de tus fuentes Cantalucia. Esa que recorre subterránea hasta el río donde lavaban las lavanderas ropas blancas y oscuras.
comer encasarejos soria
A un kilómetro de Blacos
el rio Milano nace,
y entre vergazas y chopos
cerca, el ganado pace
Entre peñas el agua
va alegremente corriendo,
y así su vida se fragua
y la trucha está creciendo.
Muy cerca queda la Ermita
de la Virgen de Valverde, ... (ver texto completo)
Entre que hemos sufrido averías y la pereza menudo retraso que llevo. Estoy en un sin vivir. Aclarar que lo de la avería es en mi cabeza, o ha sido en el ordenador? Bueno no sé. Pero acabo de mandar las últimas fotos de las fiestas del año pasado. A ver si encuentro un hueco en mi apretada agenda y me pongo al día, que ni siquiera he leído los últimos mensajes. Por dios, que extres. Un besazo
A esa hora en la que me peleaba con las legañas para abrir los ojos, sonaba el cuerno en el patio. Era una época en la que los sonidos sustituían a cualquier tecnología. El del cuerno en la penumbra del amanecer pedía a los vecinos de Blacos que llevaran sus cabras a las eras. Y es que en aquellos años todos, o casi todos los vecinos de Blacos tenían alguna cabra, que era fuente de vitaminas esenciales para la alimentación. Cuando todas las cabras estaban en la era un vecino se hacía cargo de ellas ... (ver texto completo)
Bar luis