El Sagrario, LA QUIÑONERIA

Hoy al visitar tu Sagrario, en mi parroquia, en un espacio luminoso y caliente a pesar de estar en pleno invierno, he pensado unos momentos en tu "casita" de este pueblo soriano, sumergido en esas frías noches de soledad y silencio, absolutos. Y si te digo la verdad, Jesús, me he sentido plenamente feliz a tu lado.
Mis ojos se nublan, Señor, al recordar los gratos momentos pasados en muchas Semanas Santas en los que yo pobre de mí, tenía que compartir con vosotros "La Palabra" y el Pan de la Eucaristía. Siento pena porque creo que este año marca el inicio de mis ausencias que posiblemente sean definitivas.

Un abrazo fraternal y muchas gracias amigos.
Ya se va acercando Semana Santa y me está entrando una pena tremenda porque este año no podré visitarte. No tendré oportunidad de adorarte los días grandes de Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo ni el Domingo de Resurrección, ni compartir con los pocos habitantes de La Quiñonería, ese espacio tranquilo y frío de tu casa, abandonada a los aires fríos del cierzo soriano.
De todas maneras Señor, espero tu bendición, que no tiene límites ni el espacio ni en el tiempo.
¡Qué frío y solo te encuentras Señor...! Desde lo más profundo de mi corazón, quiero decirte Jesús, que no olvido aquellos días felices en que te hice compañía conmemorando tu Pasión y tu Resurreción en medio de aquellas gentes sencillas y amables de La Quiñonería.
Bueno: Esta Semana Santa me acerqué por La Quiñonería y llame a la puerta de Doña Concha y me extraño que no saliese su perro. Al entrar vi un cachorrillo de otra raza y presentí que algo le había pasado a su viejo amigo. Efectivamente: Le había llegado su última hora pues la edad no perdona y Doña Concha se quedó sin aquella buena compañía, de su fiel amigo, el perro. Espero que su nuevo amiguito sea tan bueno como su antecesor. Donde se ven buenos ejemplos hasta los animales aprender y por eso...