Pobre desgraciado, a mi no me incluyas en tus penurias. Yo soy más afortunado, me colman de atenciones. Para empezar mi madre siempre me llama a mí para las chapucillas de casa. Mis hijas me sonríen, me soban la chepa y me rascan la cartera. Mi chica me sonríe, me rasca la espalda y me dice por donde se va a Blacos. Lo dicho, un afortunado.