Dicen los libros que Navidad significa Nacimiento o fiesta del Nacimiento. Esos mismos libros saben menos, y por eso no lo cuentan, que la Navidad lo que busca desde sus orígenes es convertirse en una noche y en un día de encuentro, pero no sólo de encuentros personales sino, y sobre todo de sentimientos. Desde siempre hemos pensado que en este día hay que hacer como unan examen de conciencia de todo el año y borrar de un plumazo lo malo y quedarnos con lo bueno. Es como si el día 24 amaneciéramos en un nuevo cuerpo que guarda en su interior sólo pensamientos positivos y que ha sido capaz de aniquilar muchos de los fantasmas que nos persiguen los otros 364 días. Pero eso es peligroso porque, quien sabe, puede borrar los recuerdos y entonces si que la navidad no es nada, una página en blanco.
De repente se nos olvidaría la emoción de aquellas tardes de invierno que disfrutábamos buscando musgo en la dehesa para comenzar el belén. Era como si diseñárabamos un templo cada año´, que además debía pasar el examen de un tribunal formado por padres y hermanos que el día de Nochebuena bajaban a la escuela para admirar nuestra primera obra útil de la vida. Pero la Navidad, el encuentro, empezaba realmente el 22 de diciembre cuando por debajo de puertas y ventanas se escapaba por la radio la cancioncilla de los niños de San Ildefonso y todos creíamos que eso de la lotería era un cuento y que podía tocar en cualquier sitio menos en Blacos. Sobre todo en Madrid, mira que tocaba en Madrid.
El paso siguiente era conseguir alguna peseta que otra para comprar guirlaches en la tienda de la Luisa o si alguien era más generoso igual nos llegaba para unos higos que era como el manjar de las fiestas. Luego cuando llegaba la noche y ya al otro lado de la puerta se vivían momentos de llegadas y encuentros, de brindis y risas o... todo lo contrario. Pero siempre lo veíamos como una cena de alegría que en aquellos tiempos era fácil de conseguir porque procuraba no pedirte nada a cambio.
La Navidad, el encuentro, todos los años también nos empuja a la nostalgia y de repente olvidamos lo que tenemos y sólo nos acordamos de lo que nos falta, sobre todo de quienes faltan, aunque muchas veces antes de irse ya los echábamos de menos. Y ahí es donde corremos el peligro de abrir la puerta a los fantasmas que nos roban el presente y nos empujan al pasado. Pero lo mejor es el futuro porque es lo único que no hemos vivido y lo único que tenemos que vivir.
Por ese futuro que empieza mañana. Que nos encontremos todos en la Navidad. Felices Fiestas.
De repente se nos olvidaría la emoción de aquellas tardes de invierno que disfrutábamos buscando musgo en la dehesa para comenzar el belén. Era como si diseñárabamos un templo cada año´, que además debía pasar el examen de un tribunal formado por padres y hermanos que el día de Nochebuena bajaban a la escuela para admirar nuestra primera obra útil de la vida. Pero la Navidad, el encuentro, empezaba realmente el 22 de diciembre cuando por debajo de puertas y ventanas se escapaba por la radio la cancioncilla de los niños de San Ildefonso y todos creíamos que eso de la lotería era un cuento y que podía tocar en cualquier sitio menos en Blacos. Sobre todo en Madrid, mira que tocaba en Madrid.
El paso siguiente era conseguir alguna peseta que otra para comprar guirlaches en la tienda de la Luisa o si alguien era más generoso igual nos llegaba para unos higos que era como el manjar de las fiestas. Luego cuando llegaba la noche y ya al otro lado de la puerta se vivían momentos de llegadas y encuentros, de brindis y risas o... todo lo contrario. Pero siempre lo veíamos como una cena de alegría que en aquellos tiempos era fácil de conseguir porque procuraba no pedirte nada a cambio.
La Navidad, el encuentro, todos los años también nos empuja a la nostalgia y de repente olvidamos lo que tenemos y sólo nos acordamos de lo que nos falta, sobre todo de quienes faltan, aunque muchas veces antes de irse ya los echábamos de menos. Y ahí es donde corremos el peligro de abrir la puerta a los fantasmas que nos roban el presente y nos empujan al pasado. Pero lo mejor es el futuro porque es lo único que no hemos vivido y lo único que tenemos que vivir.
Por ese futuro que empieza mañana. Que nos encontremos todos en la Navidad. Felices Fiestas.