Con una extensión de ciento cuarenta y seis hectáreas, los
jardines rodean el
palacio y son uno de los mejores ejemplos del diseño de jardines de la Europa del siglo XVIII.
Fueron diseñados por el jardinero francés René Carlier, que usó las pendientes naturales de las colinas que circundan el palacio como ayuda para la perspectiva visual y como
fuente de energía para hacer brotar el
agua de cada una de las veintiuna
fuentes monumentales que decoran el
parque. Carlier falleció en 1722, y su trabajo fue continuado por su compatriota Étienne Boutelou.