En la Edad Media, en algunos villorrios, se castigaba a los judíos que no pagaban sus impuestos o compromisos. Según lo que adeudaran, se les cortaba uno o más dientes hasta que llegaban a quedar sin molares, caninos e incisivos... si la cantidad acumulada era considerable. Pero si la dentadura no alcanzaba para costear toda la obligación impaga, también se les sacaba un ojo. De esta costumbre bárbara nació la frase: cuesta un ojo de la cara.
feliz tarde Jose Manuel,,, ojo al dato,,,, cuidado con el wiskiii
