Pedroso, nombre recio y poderoso forjado a golpe de azada y arado, bañado por el tórrido sol de esta vieja Castilla que cuando acaricia al
atardecer las
piedras seculares de tu
torre lanza destellos de oro, de ese oro que envilecieron unos pocos y que nunca tocaron las manos encallecidas de los jornaleros. Pedroso de intrigas y caciques, de perfidias y traiciones, ¡yo te maldigo! Pedroso de gentes laboriosas, transparentes, honestas, honradas, ¡yo te bendigo! Despierta de tu eterna
siesta y grita
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