Mi
sombra y yo subimos a la
escuela
Y alzadas de puntillas
Miramos desde fuera nuestra infancia:
En el aula vacía
Menguada tan lejana de grandeza
Ya no estaban Franco ni José Antonio
Guardando el encerado,
Amenazándonos la rebeldía
A punto de estrenar
Y el
cristo indiferente a nuestra hambre
Tenía manos de polvo y los ojos mordidos. Y en el cuarto trastero,
Aspirante a aprendiz de
biblioteca,
El clavo, la peonza,
El diábolo y la comba
Jugaban torpes a gallina ciega.
