Un año más San Isidro, la fiesta del campo español, ha unido a un grupo de personas de diferentes lugares que, con mayor o menor relevancia y relación con el pueblo de Valcabadillo, han celebrado en sana camaradería un día festivo. Una fecha, que revela que, a pesar de los pros y contras que le podamos poner a nuestro devenir de cada día, la capacidad adaptativa de las tradiciones rurales, en muchos casos, sirven para mantener una unión de la que tanto estamos necesitados.
Unas tradiciones que, lejos de ser reliquias folclóricas, o con el sentido religiosos que le queramos dar cada uno, funcionan como sistemas vivos que integran esa unión, gestión comunitaria y preservación patrimonial… Alguien dijo en su día una frase muy curiosa, pero que dice mucho quizás de estas celebraciones. "Cuando preparas la fiesta, sientes que el pueblo sigue vivo". La fusión de devoción, memoria y acción colectiva sugiere que, al menos por ahora, y dándole un sentido religioso a la frase, que el milagro de la permanencia sigue vigente.
La celebración de San Isidro Labrador en Valcabadillo, constituye un caso paradigmático de cómo las tradiciones rurales, se reinventan para sobrevivir en contextos de despoblación y transformación socioeconómica. Con apenas 26 habitantes censados; casi la mitad viviendo, ha convertido su más o menos devoción al Santo que el medio rural acojío un día como su patrón, en un acto de resistencia identitaria. Resistir, es seguir siendo, aunque el mundo diga metafóricamente que ya no cabemos, una forma de lucha en un medio de por sí pobre y dicen que olvidado. Nos dice, que a pesar de ser pocos, hay que seguir fusionando rituales ancestrales con innovaciones que reflejan los nuevos tiempos.
Que, a pesar de los cambios que es evidente vamos encontrando en nuestro caminar y como diría el párroco Luis Ángel en la homilía matinal de tan señalado día, la vida del medio rural se hace de cosas sencillas. De lo que suponen los valores, culturales, sociales, éticos, simbólicos… De que a pesar de que seamos pocos nos necesitamos los unos a los otros… Conscientes, eso sí, de que aunque seamos pocos, el pueblo de Valcabadillo encarna los desafíos demográficos de la Palencia rural. Sin escuela, consultorio médico ni un simple teleclub… La conservación de San Isidro adquiere tonos que, lejos de ser reliquias, con la celebración del día, esta comunidad intenta escribir manuales de supervivencia ante un futuro incierto.
Un saludo JMGG
Unas tradiciones que, lejos de ser reliquias folclóricas, o con el sentido religiosos que le queramos dar cada uno, funcionan como sistemas vivos que integran esa unión, gestión comunitaria y preservación patrimonial… Alguien dijo en su día una frase muy curiosa, pero que dice mucho quizás de estas celebraciones. "Cuando preparas la fiesta, sientes que el pueblo sigue vivo". La fusión de devoción, memoria y acción colectiva sugiere que, al menos por ahora, y dándole un sentido religioso a la frase, que el milagro de la permanencia sigue vigente.
La celebración de San Isidro Labrador en Valcabadillo, constituye un caso paradigmático de cómo las tradiciones rurales, se reinventan para sobrevivir en contextos de despoblación y transformación socioeconómica. Con apenas 26 habitantes censados; casi la mitad viviendo, ha convertido su más o menos devoción al Santo que el medio rural acojío un día como su patrón, en un acto de resistencia identitaria. Resistir, es seguir siendo, aunque el mundo diga metafóricamente que ya no cabemos, una forma de lucha en un medio de por sí pobre y dicen que olvidado. Nos dice, que a pesar de ser pocos, hay que seguir fusionando rituales ancestrales con innovaciones que reflejan los nuevos tiempos.
Que, a pesar de los cambios que es evidente vamos encontrando en nuestro caminar y como diría el párroco Luis Ángel en la homilía matinal de tan señalado día, la vida del medio rural se hace de cosas sencillas. De lo que suponen los valores, culturales, sociales, éticos, simbólicos… De que a pesar de que seamos pocos nos necesitamos los unos a los otros… Conscientes, eso sí, de que aunque seamos pocos, el pueblo de Valcabadillo encarna los desafíos demográficos de la Palencia rural. Sin escuela, consultorio médico ni un simple teleclub… La conservación de San Isidro adquiere tonos que, lejos de ser reliquias, con la celebración del día, esta comunidad intenta escribir manuales de supervivencia ante un futuro incierto.
Un saludo JMGG
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