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SAN QUIRCE DE RIOPISUERGA: A la felicitación navideña de Carmelo, que agradezco...

A la felicitación navideña de Carmelo, que agradezco de corazón, también me sumo plenamente, haciéndola extensiva por mi parte para todos, tanto para los que conformamos este pequeño foro de nuestro querido San Quirce, con nuestros envíos de fotografías y comentarios, como a aquellas otras personas que de alguna manera y por cualquier motivo entran en el mismo. Así que vayan desde aquí MIS MEJORES DESEOS DE PAZ, FELICIDAD y SALUD para todos.

Carmelo nos recuerda alguna de aquellas navidades de San Quirce cubiertas de nieve, ya muy lejanas para nosotros. Con nieve o sin ella, siempre con mucho frío, yo las vengo recordando siempre como las más felices y entrañables de mí vida, como únicas e irrepetibles. Recuerdo aquellos recorridos callejeros de la chiquillería por un pueblo lleno de vida, a la llegada de la Noche Buena. La reunión familiar en la que me sentía tan feliz en “aquel grupo tan entrañable”, en torno a una cena sencilla, porque no eran tiempos de abundancias y mucho menos de contaminaciones consumistas; el extraordinario se hacía de cualquier cosa. Pero no faltaba lo más grande que el ser humano puede necesitar, como el cariño, el apoyo y la comprensión dentro de la unidad familiar como sustento para seguir viviendo. Eran tiempos que, ahora en la lejanía de sesenta años, los debo considerar difíciles sin establecer comparaciones. Entonces no, porque a pesar de tantas carencias, me sentía tan feliz como quien lo tiene todo…

Y situado en el lugar de mi otra orilla, en El Santo, he querido recrear a mi manera, en uno de mis SUEÑOS, una de aquellas nevadas en San Quirce.

Es un día claro de sol invernal. Junto a la ermita todo está cubierto por un espeso e inmaculado manto de nieve. Hace mucho frío pero el corazón está caliente, regido por las temperaturas del amor, de los recuerdos entrañables de esa tierra, de todas las vivencias familiares de infancia que se quedaron allí… El silencio es majestuoso, sin aromas del campo; las encinas cercanas del monte se han hecho más pequeñas, sometidas al peso de la nieve que las humilla encorvándolas. Hasta el horizonte aparecen los campos blancos, muy blancos sin apenas señales de los caminos. Desde arriba, al resguardo de la ermita, protectora de una fría brisa del norte, dejo vagar mi mirada que se va por los Llanos y el Páramo, por el Valle, por la Serna; hasta las montañas del oeste que marcan el fin de la Ojeda En la blanca Vega destacan las arboledas de los cursos del Pisuerga y del Canal. Y San Quirce, aparece abajo entre la nieve, con sus tejados blancos; la iglesia destaca entre su caserío. De pronto el silencio se interrumpe por el vocerío alegre y de diversión de un grupo de jóvenes, curtidos y fuertes por las labores del campo interrumpidas por la nieve, los mismos que de seguro han participado en la apertura de caminos y sendas por el pueblo para poder transitar entre lugares. Suben por la ladera de la colina y se detienen a la altura del Campillo, cerca de la fuente de la Chopa. Intuyo lo que pretenden hacer y acierto: una masa de nieve uniforme y prensada que haciéndola rodar sobre un fuerte palo a modo de eje, va creciendo en cada giro hasta convertirla en un gigantesco rollo que consiguen arrastrar rodando hasta dejarlo en la mitad de las eras. Y allí permanecerá, en exhibición como un monumento, sobreviviendo a la nevada cuando haya desaparecido durante días, a veces semanas.

Llegó el final de un día y me ensoñación caprichosa me lleva al comienzo de otro. Y estoy en las Varguillas, dirección a Alar, supongo, cuando las primeras luces del amanecer se reflejan en las cumbres altaneras y nevadas de las montañas palentinas de Cervera con tonalidades rojizas, mientras alguna estrella trémula y aterida todavía brilla en ese horizonte. La nieve cruje helada bajo mis pies en mí caminar, no se adonde. Hace frío, mucho frío, que en los sueños no se siente de verdad. Así son los sueños, y con ellos seguiremos hasta que, como dice el poeta, nosotros todavía no podamos decir:

Estamos al otro lado
de los sueños que soñamos.
A ese lado que se llama
la vida que se cumplió.


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