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Carta abierta al obispo de Palencia
Obispo Mikel, me dirijo a ti, con el máximo respeto que me podría dirigir a toda persona que rige los destinos de un grupo más o menos numeroso ya sea: iglesia, institución, pueblo, municipio, provincia…
Mis raíces, se hunden en un pequeño pueblo del norte de Palencia, donde nací hace casi setenta años. Y te escribo estas sencillas letras, como un ciudadano más del medio rural que discrepa de una de sus últimas “decisiones”… Una persona, con un profundo aprecio a esta tierra y a un medio rural olvidado… Un ciudadano, que ha sido testigo de la evolución, de la labor de la Iglesia en el entorno rural donde he vivido muchos años… Alguien ya con una edad que, con solo hurgar un poco en su ya avejada cabeza, le viene a la memoria el recuerdo de la figura del cura de su infancia. Una autoridad eclesiástica, a la que se temía más que se amaba, en una época de costumbres heredadas y respetos impuestos…
Con el inicio del nuevo siglo “cayeron” en la comarca de Saldaña dos personas que, siguiendo quizás algo ya marcado, caminaron por esa senda ampliándolo en todos los sentidos… Transmitieron a su gentes que, más allá del imponente edificio de piedra que corona cada localidad, más allá de las campanas que marcan un tiempo heredado, existe otra Iglesia… Que, más que los imponentes muros que se alzan en cada pueblo, la verdadera Iglesia se construye con los pasos de quienes caminan junto a su gente… Que una Iglesia, no se construye con bancos semivacíos de la homilía cada domingo, sino con pasos… No se mide por la altura de sus torres, sino por la profundidad de sus lazos. Que, su trabajo, no reside en la penumbra del templo, sino bajo el sol de la calle o quizás al remanso del cierzo junto a la pared de una de las casas del pueblo más olvidado de la comarca de Saldaña… En la intimidad de los hogares de cada familia… Allí, quizás sea donde se obra el milagro, sintiendo y viviendo los problemas de cada uno de sus vecinos... En definitiva, unas personas que escuchan más de lo que hablan y cuya labor, se construye cada día con las alegrías y las heridas de los que les rodean.
Unos “Dioses rurales”, que no visten sotana ni alzacuellos. Visten sencillo; unas sandalias más o menos gastadas, un pantalón de lo más corriente y la camiseta que conmemora la fiesta de los camioneros de Saldaña el día de San Cristóbal: su iglesia es la calle, su banco sagrado es el que comparten a la sombra de la chopa de Villorquite, y su liturgia, sin salirse de la que representan como institución, es el trato amigo, la tertulia en el bar de la estación de autobuses o de cualquier teleclub de este nuestro cada vez ya más olvidado medio rural.
…Los que se saben el nombre de todos los que resistimos; los que conocen los problemas de cada persona; los que echan una parlada y animan al "solterito" de cada pueblo o el solitario que por desgracia hay muchos en este medio rural… Con ese abuelo cuyas manos, cuentan una historia de esfuerzo y sacrificio... Si, esas personas ya muy mayores, que al fin son los que quedan en el medio rural y que son los más necesitados de ese trato amigo pues, en cada gesto, en cada surco, cada callo de esas manos vive un pasado…
Estos curas, con sus sandalias gastadas por las calles de cada pueblo y su camiseta de la fiesta de San Cristóbal, representan la encarnación de una Iglesia que pisa el barro, que escucha más de lo que habla y que encuentra, lo sagrado, en el gesto amigo y en la conversación cotidiana…Que saben, como te diría recientemente un vecino de Vega de Doña Olimpa… “de que pata cojeamos cada uno”… Pero sobre todo… “donde ponerte la muleta”.
Desde mi humilde punto de vista, esta es la verdadera labor que hay que hacer en el medio rural…La otra… la que se gesta con aspavientos, sermones de pulpito dominical, procesiones con foto incluida que sale en el facebook … Que vive del recuerdo al olor del incienso, como aún echa de menos algún representante municipal, solo forma ya parte de un pasado rancio que se va alejando en el pasar de los tiempos... Y me sonrío, un poco, porque ahora puedo decirlo… Ahora que la censura ya no aprieta mi garganta como lo hizo en los años de mi infancia…
…Por eso, y desde estas lineas, quiero brindar un homenaje extraordinario a Ramón y a Luis Ángel… a esos "Dioses rurales" a cuyos nombres no hay que añadirles Don… Su trabajo oculto y esencial, que aunque quizás pueda haber alguien, “incluso tú mismo”, que aún no entiendan, son como esas raíces que trabajan ocultas: no se ven, pero sostienen el árbol.
La institución Iglesia, de hoy en día, y aunque pueda ser algo subjetivo, quizás no entienda que la solución y aunque metafóricamente, no es: “ desvestir un santo para vestir a otro, sino cuidar la porcelana”…
Un saludo cordial
JMGG