PORQUERA DE LOS INFANTES: Pablo: El otro día estaba pensando, que bien pudiera...

Hola chic@s: Me alegro que os gustara la anécdota. Lo de escribir bien, si que me gustaría hacerlo; cierto que pongo toda mi buena voluntad, y soy un poco aficcionada a contar historias. Ahora ando dándole forma a otra que por ser tan traída y llevada también la conocereís y es para mi algo entrañable.

José María: dile a José Antonio, que estamos pasando lista y le estamos poniendo falta, pero desde hace un montón de tiempo, además que aporta datos y fotografías muy, muy interesantes.
Un saludo para todos
Mª José

Hola Mª José: No nos hagas esperar mucho con tu nueva historia, estamos impacientes por conocerla.
Un saludo. Pablo.

Pablo: El otro día estaba pensando, que bien pudiera aburriros con esta historias. No quisiera ni por lo mas remoto abusar de vuestra confianza.

Te tengo que preguntar si tu o Felipe o alguien del foro sabe de qué tiempo datan las campanas. (en breves me pondré con ellas)

Espero que os riaís con la Historia. Un abrazo. Mª José.

20.- El Rastrillo inteligente

Bien chiguitas éramos Pepi y Goretti, cuando el padre de esta última, nos contara esta historia, que nos dio de sí para reírnos muchos tiempos después, y de paso, para distinguir a los tipos “cantamañanas”, de los que no lo son; como a que nunca seríamos capaces de denostar ni ridiculizar la manera de vivir en nuestro pueblo. Si acaso de reconocer que en él la vida era dura porque a veces el esfuerzo y los trabajos no se veían compensados como en justa medida fuera.

El Sr. Eutimio, ubicaba a nuestro protagonista en un pueblo de Valdivia; posteriormente el Sr Félix el herrero, que también me refirió la historia ubicaba al protagonista en un pueblo de allá por Villadiego. En realidad, el fondo y la forma era la misma, y, trataré de contarla, al no ser posible con el gracejo y la sombra con que la contaban ellos, si lo intentaré por aproximación.

Nuestro “galán” regresaba de cumplir los trabajos con la madre patria, y no se sabe, si porque la vida militar le pareciera mas dichosa, o porque en la ciudad, a el se le antojara que los perros se ataban con longanizas, lo cierto que llegó al pueblo además de con una fuerte “amnesia”, con la maña de ridiculizar y poner en “solfa” todo cuanto veía.

Estando un día en la plaza, pegando la hebra, con unos cuantos más, acertó a pasar un carro con las angarillas puestas; Un rastrillo que llevaba mal colocado sobre el, se cayó al suelo:

- Y ese “cacharro” que se ha caído ¿Qué es? Preguntó el pangüato.

Los demás quedaron tan extrañados por la pregunta, que le contestaron inmediatamente:

- Pues, ¡vete y lo averiguas!;

Con que se acerca al rastro; mas chulo que punteras, con una mezcla de desdén y de arrogancia, y resultó que fue a presionarle con la punta del pie sobre los gajos. Las leyes de la palanca hicieron el resto: el mango se izó como si tuviera un resorte, hasta pegarle en todas las narices, un buen estacazo:

- ¡Jolines! Con la mierda de Rastro: ¡Casi me mata!

Hay que decir a su favor que el muchacho, no solía pronunciar palabras que fueran mal sonantes… en demasía, ¡claro!

… Pero todo el mundo se alegró hasta el infinito, que el fatuo, fuera poco a poco recuperando la memoria.