Muchos recuerdos de nuestra vida de pueblo, están ligados a lo religioso, sobre todo en momentos claves de la vida como el nacimiento o la muerte. En este último caso, un momento que impresionaba por carga emotiva y religiosa era era la Extremaunción. Si el Viático era el alimento del alma para afrontar el trance, la Extremaunción venía a ser como el pasaporte y credencial de buen cristiano, al corriente en el pago de sus deudas espirituales. Pero para el enfermo, si conservaba su lucidez, y para los familiares, tenía también un significado más evidente y dramático: aquella vida tocaba el final y las angustias alcanzaban niveles de congoja.
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