Siglos atrás, XVI XVII, existía en
Cevico de la Torre una persona que se dedicaba a vigilar, desde lo alto de la torre, todo el territorio circundante, avisando si se producía algún movimiento extraño de grupos guerreros y soldadesca. Este personaje se le llamaba "el atalaya" y su función consistía en dar diferentes toques de
campana para avisar a sus paisanos de la novedad. La buena situación estratégica del
edificio de la
iglesia, así como su solidez de construcción, salvaron de más de un apuro
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