Hace años que el paso del tiempo
se quedó a vivir al sur de sus ojos
que resumieron primaveras,
que parece que aún transportan,
que parece que aún recuerdan.
Un lejano día
comenzó a destintarse su memoria,
emborronándole recuerdos,
introduciendo extraños en las fotos,
llenando de anónimos su escena.
Cada atardecer,
cuando los rayos de sol acarician tibios,
la sacan en su oxidada silla de ruedas
al abrigo de la vieja estación.
Dicen que así la tarde se le hace amena.
Pero lo cierto, es que apenas pasan ya trenes
por aquel pueblo,
por aquella estación,
por aquel invierno.
se quedó a vivir al sur de sus ojos
que resumieron primaveras,
que parece que aún transportan,
que parece que aún recuerdan.
Un lejano día
comenzó a destintarse su memoria,
emborronándole recuerdos,
introduciendo extraños en las fotos,
llenando de anónimos su escena.
Cada atardecer,
cuando los rayos de sol acarician tibios,
la sacan en su oxidada silla de ruedas
al abrigo de la vieja estación.
Dicen que así la tarde se le hace amena.
Pero lo cierto, es que apenas pasan ya trenes
por aquel pueblo,
por aquella estación,
por aquel invierno.