Queridos amig@s aquí estoy otra vez aunque solo sea un momento, Ahora me he acordado de la historía del cantaro roto, que a mí me parece muy bonita, hace tiempo la puse en el foro de Teo, y es que cuando veo flores en las orillas de los caminos pienso en el aguador, espero que os guste.
EL CÁNTARO ROTO
Se cuenta que, en un rincón de Marruecos, al pie del altivo Rif, en una pequeña aldea, había un aguador que se pasaba el día acarreando agua, desde un pequeño manantial situado en las afueras, hasta las casas de sus diversos clientes.
Lo hacía utilizando dos viejos cántaros que habían sido propiedad de su tío Ahmed y que él había heredado junto con algunos enseres de labranza. Colocaba los cántaros en un soporte de madera que, llevado sobre sus hombros, le permitía transportar aquellos recipientes colgando cada uno a un lado de su cuerpo.
Pero uno de los cántaros se había rajado, por lo que el agua con la que su dueño lo llenaba se iba vertiendo, de forma que, cuando el aguador llegaba a su destino, apenas quedaba en él la mitad del preciado líquido.
El cántaro sin fisuras estaba muy contento de sí mismo. Él cumplía bien su cometido y compensaba plenamente a su dueño. El otro, el rajado, estaba cada día más avergonzado y deprimido, porque sólo podía llevar a buen fin la mitad de lo que de él se esperaba.
Al cabo de dos años de haber sufrido en silencio su impotencia, un día en que su dueño le estaba llenando, el cántaro averiado se dirigió a él y le dijo:
"Me siento culpable por hacerte perder tiempo y esfuerzo. Te ruego que me perdones, porque creo que soy incapaz de servirte como debiera".
" ¿Qué es lo que lamentas?", le preguntó el aguador. " ¿De qué te avergüenzas?".
"Sólo soy capaz de transportar la mitad de lo que tu necesitas. Tengo una pequeña raja por la que escapa de mí la mitad del agua con la que me llenas".
El aguador, conmovido, sintió compasión por el viejo cántaro y le respondió de este modo:
"Cada vez que regresamos a la aldea, te coloco del lado del sendero que cada primavera se cubre de flores espléndidas. Fíjate y verás que es tu lado, y no el otro, el más fértil y hermoso.
Yo siembro semillas en esa parte porque cuento contigo. El agua que escapa de ti no se pierde inútilmente. Aunque tu no te hayas dado cuenta, alimenta la tierra y la hace fructificar. De ahí recojo, cada temporada, las flores que luego adornan las casas de mis clientes. Algunos de ellos me suelen decir que son las más bonitas de nuestra región. Eso es así gracias a ti."
EL CÁNTARO ROTO
Se cuenta que, en un rincón de Marruecos, al pie del altivo Rif, en una pequeña aldea, había un aguador que se pasaba el día acarreando agua, desde un pequeño manantial situado en las afueras, hasta las casas de sus diversos clientes.
Lo hacía utilizando dos viejos cántaros que habían sido propiedad de su tío Ahmed y que él había heredado junto con algunos enseres de labranza. Colocaba los cántaros en un soporte de madera que, llevado sobre sus hombros, le permitía transportar aquellos recipientes colgando cada uno a un lado de su cuerpo.
Pero uno de los cántaros se había rajado, por lo que el agua con la que su dueño lo llenaba se iba vertiendo, de forma que, cuando el aguador llegaba a su destino, apenas quedaba en él la mitad del preciado líquido.
El cántaro sin fisuras estaba muy contento de sí mismo. Él cumplía bien su cometido y compensaba plenamente a su dueño. El otro, el rajado, estaba cada día más avergonzado y deprimido, porque sólo podía llevar a buen fin la mitad de lo que de él se esperaba.
Al cabo de dos años de haber sufrido en silencio su impotencia, un día en que su dueño le estaba llenando, el cántaro averiado se dirigió a él y le dijo:
"Me siento culpable por hacerte perder tiempo y esfuerzo. Te ruego que me perdones, porque creo que soy incapaz de servirte como debiera".
" ¿Qué es lo que lamentas?", le preguntó el aguador. " ¿De qué te avergüenzas?".
"Sólo soy capaz de transportar la mitad de lo que tu necesitas. Tengo una pequeña raja por la que escapa de mí la mitad del agua con la que me llenas".
El aguador, conmovido, sintió compasión por el viejo cántaro y le respondió de este modo:
"Cada vez que regresamos a la aldea, te coloco del lado del sendero que cada primavera se cubre de flores espléndidas. Fíjate y verás que es tu lado, y no el otro, el más fértil y hermoso.
Yo siembro semillas en esa parte porque cuento contigo. El agua que escapa de ti no se pierde inútilmente. Aunque tu no te hayas dado cuenta, alimenta la tierra y la hace fructificar. De ahí recojo, cada temporada, las flores que luego adornan las casas de mis clientes. Algunos de ellos me suelen decir que son las más bonitas de nuestra región. Eso es así gracias a ti."
Preciosa historia, ¡date cuenta que contento el cantaro! yo creo que se puede aplicar a personas, que creemos que no hacemos tantas cosas como antes, y siempre ayudamos alguna cosa, sea lo que sea, si estamos aqui es por algo, muy buena tarde, muchas gracias un abrazo, querida Aries.
Así es Berta, por eso me ha gustado ponerla, porque te noto un poco desencantada, y quiero que leventes ese ánimo y pienses que eres muy necesaria, pues siempre estás ahí dando ánimos a todos, asi que no se te olvide, eres imprencindible para sacar a todos esos capullitos que tienes a tú alrededor, y para seguir animandonos a todos nosotros.
Un beso.
Un beso.
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