Los bebés tienen más de 300 huesos (una persona mayor 206), y se sueldan entre sí posteriormente. Estos huesos del bebé son muy blandos, como cartílagos, y se van endureciendo con el tiempo. Cuando somos mayores, se hacen más frágiles, y por eso, una persona mayor cuando se cae se puede romper un hueso con más facilidad que un niño.