Yo también me lo pasé muy bien en esta iglesia y en la catequesis.Lo que no me gustaba era dejar de jugar al fútbol en la Llastra o al frontón en cualquier pared, o a la vigarda con Gildo o con Román o con Amandito en la carretera y sonar la campana y a todo correr a la catequesis o al rosario. Allí estaba don Pablo a la puerta. Le besábamos la mano y nos hacía una caricia, o nos recordaba alguna trastada, o nos daba un cariñoso cachete. Casi nadie faltaba. Se le quería y respetaba. Tenía carácter.A los sacristanes nos daba alguna perrona que en el verano gastábamos en algún helado del de Sueros o algún caramelo en el comercio del padre de Alvarito. Aquello sí que era comercio.Andrés padre e hijo y Abilio. Todavía hoy cuando entro en alguna tienda de bacalao el olor me recuerda siempre aquel comercio de Villameca y a aquellos tres "Comerciantes" con el lápiz en la oreja vendiendo de todo con una amabilidad extraordinaria. Cuando pasados los años me encontré el comercio cerrado, me dió pena. Lo habían pasado a la mitad del pueblo en la carretera, sin duda por estrategia comercial, con él se cerraron algunos de mis recuerdos de Villameca. Gratos recuerdos que fueron elaborando con migo sus buenas gentes.
