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VILLAFRANCA DEL BIERZO: Eres extraordinaria, me has conmovido, suelta de escritura...

Desde el Monasterio de San Nicolás se ve todo, se siente todo, el goteo de los carámbanos, el roce de la niebla por los callejones, el aliento gélido de los fantasmas y algo muy semejante al susurro de Dios cercano al campanario de la Colegiata. Estamos en enero y Villafranca amaneció nevada, silenciosa, inocente, como si acabase de pasar un ángel, como tocada por la gracia de una varita mágica. Villafranca, como una estampa de cuento antiguo, de lobos tristes y niños traviesos perdidos de noche y hallados ilesos al amanecer. De mañana Villafranca apareció nevada pero la ventisca se está produciendo ahora, a las cuatro de la tarde que es la hora de las tormentas, de la subida de la fiebre, de la siesta, de las vacilaciones y de las penas de amor. Atardece y copos y más copos bombardean la luz de la farola de enfrente, el mejor momento del día para meditar sobre la vida en general, sin pararse en detalles, dejándose llevar por la lejanía y la sombría luz del horizonte. Y durante la ventisca de las cuatro de la tarde tomo una determinación sin apenas notar que la estoy tomando, quiero dejar de quererte sin llegar a odiarte, quiero dejar de quererte a pesar de lo que te quiero, despacio, muy despacio, a la velocidad de una canción de cuna. Hoy se cumple un mes de tu abandono y en esta tarde de nieve, de campanadas desde la iglesia de Santiago decido tener que olvidarte, bueno DECIDO OLVIDARTE y abandonar San Nicolás y no se si volveré, no puedo seguir aquí recordándote, escuchando el silencio de la nevada, el aliento gélido de los fantasmas (tú eres mi fantasma), el susurro de Dios que parece querer decirme algo desde el campanario de la colegiata.
Y solo quiero llevarme una cosa, solo una, ya ves, una bola de nieve, de las antiguas, de cuando éramos pequeños, de las que cuando las poníamos cabeza abajo todo se volvía un caos allí dentro, se precipitaba una tempestad, una avalancaha de nieve, una locura, pero que con un solo giro de muñeca el paisaje volvía a su lugar, y la nieve se iba posando en los tejados, delicadamente, y las farolas se tenían de pie, y hasta un niño paseaba hasta el colegio con un paraguas abierto; y el cuento se aclaraba, parecía feliz, todo blanco, todo en orden, el niño con el paraguas, los tejados, el campanario y tú haciéndome una foto y yo haciéndote otra a tí, y la niebla recorriendo los callejones, y tú besándome a mí y yo besándote a tí, y Dios sussurrándome algo que no acierto a entender por el cielo de la Colegiata.

Eres extraordinaria, me has conmovido, suelta de escritura y amplia de conceptos, felicidades, una pregunta, ¿pasó ya todo? mac.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Para una persona que escribe en el anonimato más absoluto, un comentario como el tuyo significa mucho. Me enamoré de Villafranca, el resto es mentira, aunque lo sienta todo como si me hubiese ocurrido de verdad. Muchas gracias, eres muy amable.