Raquel bienvenida al Hilandero de Villabandin, a Picopelao ya lo hemos hecho vecino, y como todavia somos pocos para jugar a la xostra seguiremos con fusa y rueca preparando lana para unos calcetines, y como quedamos ayer continuare con el relato de Pio Alvarez de Rodicol en sus "Reflexiones desenfadadas de un viejo chicano":
............................. y esta no iba a ser la última anécdota con un sacerdote en Sosas. ""Años más tarde, usando ya la maquinilla de afeitar, en la festividad de San Pedro que se celebraba en Sosas, ya fallecido el sacerdote blasfemo, otro cura jovencito trabó conversación con los mozos de Rodicol y alguno de Garueña. Nosotros, los de Rodicol, llevábamos a un mozo viejo de chispeante humor, Aníbal Bardón, que animaba al sacerdote a tomar unos vinos con nosotros en la taberna de Almudena. Resistíase el clérigo y Anibal trató de vencer los escrúpulos, no muy infrecuentes en aquellos tiempos en que los curas aún vestían el traje talar y muy serio le confesó al curita que él, era tambien cura y no tenía reparo en tomarse unos vinos. El ingenuo clérigo le contesto que él, Anibal, no podía ser cura, que dónde estaba su sotana, a lo que, en tono convincente, nuestro mozo viejo le manifestó que si no usaba sotana, debiase a que él habia sido un cura nombrado por la República. Sorpresivamente, el cura le creyó, exclamando: ¡que cosas hacian los rojos!. Incomprensible que no advirtiera nuestros esfuerzos para no prorrumpir en carcajadas y lo más insólito fue que terminara aceptando los vinos. Tomados con tanta generosidad, que al final ensayaba unos pasos de baile que nosotros coreábamos con la canción astur que en una de sus estrofas decía aquello de "baile señor cura, baile, que Dios todo se lo perdonará". Aquel crédulo sacerdote ya no era párroco residente en Sosas, creo que atendía a la feligresía de este pueblo desde su sede en Vegarienza.""
Salud y buenos hilanderos.
............................. y esta no iba a ser la última anécdota con un sacerdote en Sosas. ""Años más tarde, usando ya la maquinilla de afeitar, en la festividad de San Pedro que se celebraba en Sosas, ya fallecido el sacerdote blasfemo, otro cura jovencito trabó conversación con los mozos de Rodicol y alguno de Garueña. Nosotros, los de Rodicol, llevábamos a un mozo viejo de chispeante humor, Aníbal Bardón, que animaba al sacerdote a tomar unos vinos con nosotros en la taberna de Almudena. Resistíase el clérigo y Anibal trató de vencer los escrúpulos, no muy infrecuentes en aquellos tiempos en que los curas aún vestían el traje talar y muy serio le confesó al curita que él, era tambien cura y no tenía reparo en tomarse unos vinos. El ingenuo clérigo le contesto que él, Anibal, no podía ser cura, que dónde estaba su sotana, a lo que, en tono convincente, nuestro mozo viejo le manifestó que si no usaba sotana, debiase a que él habia sido un cura nombrado por la República. Sorpresivamente, el cura le creyó, exclamando: ¡que cosas hacian los rojos!. Incomprensible que no advirtiera nuestros esfuerzos para no prorrumpir en carcajadas y lo más insólito fue que terminara aceptando los vinos. Tomados con tanta generosidad, que al final ensayaba unos pasos de baile que nosotros coreábamos con la canción astur que en una de sus estrofas decía aquello de "baile señor cura, baile, que Dios todo se lo perdonará". Aquel crédulo sacerdote ya no era párroco residente en Sosas, creo que atendía a la feligresía de este pueblo desde su sede en Vegarienza.""
Salud y buenos hilanderos.
