Empiza el frio en Prado y como es costumbre, hay que encender la estufa de la ecuela una hora antes de empezar las clases, para que se caldee un poco antes de que lleguen los más madrugadores. Este trabajo lo hacen los chavales mayores por turnos y además han de ir enseñando a los nuevos, para cuando les llegue su turno.
Yo soy nuevo, ya que empecé la escuela en septiembre, pero ya me ha dicho Don Canuto que mañana la prendo yo y me asigna como maestro a Julito. He de preparar un puñado de palos finos y dejarlos por la noche al lado de la cocina económica para que sequen bien y no haya problemas con la estufa de la escuela, ya que el tiempo es frio u húmedo.
Me levanto pronto, me zampo de dos sorbos la leche, cojo el atado de palos secos y bajo por la calle comiendo una rosquilla que he pillado del armario de la cocina. Paso por casa de Julito, que todavía no ha terminado de comer el trozo de pan con tocino, que el mismo se ha preparado con lo que quedó del cocido del día anterior y cuando ve los palos que llevo me dice:
- Vaya mierda de palos, con esto poco vamos a encerder.
Llegamos a la escuela, que está helada y antes de prender la estufa, Julito va al leñar y trae troncos, hierba y palos finos, pero empapados de agua. Al intentar prender la estufa, empezö a salir tal cantidad de humo que tubimos que abrir todas la ventanas.
A las nueve empiezan a llegar los primeros alumnos, (los de los cuarteles) y tal y como está la escuela de humo, en vez de entrar se quedan en la puerta, porque adentro no se puede respirar.
Cuando llega Don Canuto, el maestro, al ver la que tenemos montada, pregunta: -Julito, que ha pasado aquí?
-Nada, que Tino ha traido palos húmedos y al prender ha empezado a salir tanto humo que hemos tenido que abrir las ventanas.
- Desde luego, es que sois unos inútiles, no sabéis ni prender una estufa, como vais a estudiar una carrera.
Aquel día entre el humo y el frio que hacía dentro de la escuela, las clases empezaron a las diez y media. Vaya disgusto
Yo soy nuevo, ya que empecé la escuela en septiembre, pero ya me ha dicho Don Canuto que mañana la prendo yo y me asigna como maestro a Julito. He de preparar un puñado de palos finos y dejarlos por la noche al lado de la cocina económica para que sequen bien y no haya problemas con la estufa de la escuela, ya que el tiempo es frio u húmedo.
Me levanto pronto, me zampo de dos sorbos la leche, cojo el atado de palos secos y bajo por la calle comiendo una rosquilla que he pillado del armario de la cocina. Paso por casa de Julito, que todavía no ha terminado de comer el trozo de pan con tocino, que el mismo se ha preparado con lo que quedó del cocido del día anterior y cuando ve los palos que llevo me dice:
- Vaya mierda de palos, con esto poco vamos a encerder.
Llegamos a la escuela, que está helada y antes de prender la estufa, Julito va al leñar y trae troncos, hierba y palos finos, pero empapados de agua. Al intentar prender la estufa, empezö a salir tal cantidad de humo que tubimos que abrir todas la ventanas.
A las nueve empiezan a llegar los primeros alumnos, (los de los cuarteles) y tal y como está la escuela de humo, en vez de entrar se quedan en la puerta, porque adentro no se puede respirar.
Cuando llega Don Canuto, el maestro, al ver la que tenemos montada, pregunta: -Julito, que ha pasado aquí?
-Nada, que Tino ha traido palos húmedos y al prender ha empezado a salir tanto humo que hemos tenido que abrir las ventanas.
- Desde luego, es que sois unos inútiles, no sabéis ni prender una estufa, como vais a estudiar una carrera.
Aquel día entre el humo y el frio que hacía dentro de la escuela, las clases empezaron a las diez y media. Vaya disgusto
