Para pescar truchas no hace falta fuerza sino maña. Tampoco ser un tío, y si no que se le progunten a Savina, la mujer más célebre de toda la montaña, mecagüencigorido. Un día la pillaron en el río con una zapatilla roja y otra negra, creo que el cura y el guarda. El agua, dice la leyenda, le llegaba por encima de las rodillas y tenía la ropa pegada al cuerpo, mecagüencigorigo. Les mandó a hacer puñetas. En aquel preciso momento la trucha estaba "averonada" e intentaba darle la vuelta, para agarrarla por la cabeza, dice la leyenda. O sea, que de fuerza nada.
Para cocinar una buena trucha de río tampoco se necesita hacer un curso en Deusto. Las mejores que comí siendo niño eran fritas, sin jamón en la tripa. Así, pues, los tópicos sobran.
Para cocinar una buena trucha de río tampoco se necesita hacer un curso en Deusto. Las mejores que comí siendo niño eran fritas, sin jamón en la tripa. Así, pues, los tópicos sobran.