Hay palabras que se quedan en el olvido porque la vida ha ido eliminando la realidad que designaban. Cuando éramos pequeños ya nos extrañaba que se llamara boyería al lugar donde salían las duendas –una palabra, por cierto, que sabiendo lo que significaba no he logrado interpretar nunca-, porque en nuestra infancia los bueyes habían desaparecido ya. También nos extrañaba que se llamara becerrera a los lugares y pastos de los becerros, que en Polvoredo siempre hemos designado jatos. Se ve que nuestros ... (ver texto completo)