A partir de este punto, la murallaromana fue derruida, con el consentimiento y aprobación del consistorio de la época, para que Juan de Quiñones y Guzmán, obispo de Calahorra, en 1560 pudiera construir un nuevo palacio sobre otro de carácter gótico mudéjar existente y que era la sede solariega de los Guzmanes. Para construir el actual palacio, no solamente fue necesario derribar el lienzo de la muralla que le estorbaba al obispo, también fue necesario comprar otras viviendas aledañas, ya que el... No es mucho lo que queda de la murallaromana, sin embargo lo que ha llegado hasta nosotros es magnífico y da una idea de lo que fue la ciudad en aquella época. Lastima que, en unos casos el progreso y expansión de la urbe, y en otros, por la construcción de una catedral tuvieran que derruir la cerca romana. Espero que las generaciones presentes y futuras sepan conservar mejor el rico patrimonio que tiene esta ciudad.