Efectivamente, se distinguen todavía Las Eras, al otro lado de la Estación y detrás de los chopos, donde de pequeño veía trillar en los veranos y jugábamos en el Salgueral que había entre las Eras y el río. En la parte de acá de la Estación había una explanada y los restos de una antigua explotación, no sé si minera, con una bocacha y material oxidado entre las vías que conducirían el mineral hasta la red principal. En invierno solía inundarse y formarse placas de hielo sobre las que patinábamos. En los alrededores se cogía un musgo fresco y de un verde precioso, y en la ladera había un par de manzanos bravos que daban unas manzanitas pequeñas y ácidas. Nos encantaba pasar las tarde subidos en sus ramas comiendo aquellas manzanas del verano.