Todo aquel que haya hecho el Camino de Santiago hace algunos años y haya regresado a Foncebadon tras esos años, habrá observado con una mezcla de incredulidad y estupor como han desmoronado como si de un castillo de naipes se tratara a este pueblo, como ha pasado de ser un pueblo con un encanto y una atmósfera especial, a una calle donde el peregrino a pasado a ser “un negocio “, donde han empezado a surgir como setas, una serie de edificaciones que rompen la estética histórica de este pueblo, dichas edificaciones se convierten en albergues, restaurantes, y tienda, hasta una pizzería... y me temo que aquí no parara la cosa. Por no hablar de la pavimentación de la calle donde el Ayuntamiento de Santa Colomba de Somoza, al cual pertenece este pueblo, ha ignorado todas y cada una de las características que debe tener una calle que es de tránsito de los peregrinos que sé dirigen a Santiago de Compostela. Todo se ha vuelto insípido y carente ya del interés que poseía antes. Creo que a todos nos gusta lo auténtico, y por el contrario cuando viajamos de la forma que sea, en este caso haciendo una peregrinación, huimos de la superficialidad.