FOLLOSO: Me gusta mucho este relato y me trae imagenes olvidadas....

Alrededor del solsticio de invierno, solía hacer un frío de mil demonios en Folloso. Por el día, con la actividad de los quehaceres cotidianos y si el día estaba despejado, había la suficiente energía calorífica como para que el frío no se notara mucho. Al anochecer recogidos en la cocina con un buen fuego en la cocina económica bilbaina y después de comer unas buenas patatas sazonadas con unos "chichos" y un buen pimentón picante de "Abajo"*, arrebañado el plato con un gotín de leche migado y a la luz del candil, degustar las energéticas castañas del Bierzo cocidas y torradas un ratín en la chapa para poder pelarlas mejor y los pies alrededor del brasero colocado en el centro, entre las cuatro patas de la mesa, tampoco había mayores problemas con el frío. A la hora de ir a la cama, se llevaba una botella de agua caliente y con ello se evitaba la "gelitud" de las sábanas.

El peor momento de la jornada para enfrentarse al frío, era por la mañana. La económica ya se había apagado, el brasero era todo cernada y fuera, en la calle, solamente se oía el soplar de viento, se adivinaban las ventiscas, se intuían los carambanos y solamente la obligación de ir al pajar a preparar la "ceba" para el ganado daba fuerzas al cabeza de familia a quitar el pestillo de la puerta, levantarla un poco y girar para que no rozase en el piso de tabla del pasillo, para entreabrirla y poder salir y enfrentarse a aquellas escaleras heladas que eran una tentación para romperse la crisma.

Para procurar un poco de calor y "fuercia" mental para acudir al exterior, se utilizaba el antiguo recurso del alcohol. Una copina de orujo ayudaba a respirar profundo, y una corriente de energía calorífica, o por lo menos lo parecía, corria, de la boca al estómago, calentando gorguero y tripas y subía el ánimo para afrontar el monótono quehacer cotidiano. La mamá, servicial, dulce y cariñosa, servía una copina, que parecía un dedal, al padre y otra sin llenar al hijo mayor.

Un día no sé bien, bien, cuando, porque estoy contando de oído. A mi todavía me debían faltar ocho o nueve años para pasear mi sonrisa por aquella cálida y familiar cocina.

El día 28 de diciembre el hermano mayor quiso gastar una inocentada y cuando la mamá le sirvió la copina quitafrío y mata galapas, después de beberla de un trago como "un hombre", la volvió a rellenar de agua clara de la fuente, sacada con un "tanque" de un caldero del rincón del agua de la cocina, sin que la hacendosa mamá se diese cuenta. Cuando volvieron, después de haber echado la ceba, barrido el establo y muñido las vacas, a almorzar las patatas cocidas y la leche migada. Mamá, dijo: "a ver quien se bebe esa copina de aguardiente, que anda dando vueltas por ahí toda la mañana". Mi hermano mayor, astuto él, dijo que él no quería. Papá no era bebedor y así se libró de ser inocente. Entonces, mi hermana, que tenía ganas de emular al primogénito - lo de la copina de aguardiente era cosa de hombres - vio el momento justo y oportuno para vindicar su cuota de igualdad. Y sin encomendarse a Dios, ni al Diablo, cogío la copina entre índice y pulgar y empinó el codo, casi a la velociad de los neutrinos o como se llamen, y el líqido entró en su boca y tragó antes de que el padre o la madre tuviesen tiempo de decir "a". Ella tragó y no sintió calor y con su rápido pensamiento de mujer, se dijo: "pues no es tan fuerte como dicen". Papá y mamá se miraron y con complicidad, sin articular palabra, dibujaron la sorpresa en sus caras incrédulas. Mi hermano que había preparado la jugada le cantó: ¡Inoceeeente, inoceeente!.

Un abrazo

* "De Abajo" quería decir de tierras más cálidas. De la Ribera, de Cuadros, de la Vera, de Murcia...

Me gusta mucho este relato y me trae imagenes olvidadas. Cuando hablas de "al anochecer recogidos en la cocina... " me recuerda cuando no habia electricidad en Folloso, que en el último mensaje ya mencionas y que tienes razon: parece que era hace siglos y realmente no hace tanto. Como no habia tele.... pues habia que hacer algo para pasar el rato... mis recuerdos en casa de Sipa y Alicia son de algunas veces que despues de cenar en la cocina Sipa nos contaba "relatos", yo creo recordar que en la mayoria de esos relatos aparecia de alguna u otra manera "el lobo", tambien habia relatos de caminantes perdidos con las nevadas.. Recuerdo que Sipa contaba algunos relatos en leones antiguo.... me imagino que se los sabia de memoria despues de oirlos contar muchas veces a otros.... y estos a sus padres, durante generaciones. Me gustaria saber que experiencia tienen los foreros "de edad" sobre aquellas noches en la cocina sin tele. Supongo que en otras casas tambien se contaban relatos, igual hasta los mismos que yo oia a Sipa. ¿habia algun "contador de relatos" conocido por su bien hacer?
Un saludo. Laure