FOLLOSO: Recordando lo del segoviano y el "descanso y cubrirse"...

Recordando lo del segoviano y el "descanso y cubrirse" me "alcordé" de un lunes después de la "instrucción" en el Ferral.

Los compañeros de merendolas de Valladolid habían traído un lechazo hecho chuletillas y preparamos fuego en los pinares y allí trasladamos el lugar de merienda. Para beber, normalmente usábamos una bota que habíamos bautizado con el nombre de gregoria y llenábamos con vino Castillo de las Arenas embotellado en Arévalo, pero como aquel día habíamos invitado a los dos Primeros asturianos, al Alférez de Zamora y se nos pegó otro, un tal Bujedo, la capacidad de la Gregoria no era suficiente y primero el vino en la merienda y después el cubalibre en la "sobrepiedra", lo hicimos en un barril blanco como los que teníamos en Folloso para los bercianos y las majas.

El pegado, un tal Bujedo, era de Palencia, estudiante de ingeniería naval en Cádiz, buen mozo, el número uno de de la primera fila de la compañía. Ya había agotado todas las prórrogas y estaba metido en ventiocho tacos. Pertenecía a la clase media alta de la sociedad palentina. Se codeaba con los Cid y Calderones (muy amigo del expresidente Calderón del Real Madrid). Yo, para que voy a negarlo, no me caía bien y que se hubiese pegado sin aportar nada, ni ser invitado, simplemente por el hecho de pertenecer a la clase superior, no me gustó y tomé justicia por mi mano. No fui tan bruto como vi hacer a un amigo mío, Mikel, que ya nos dejó hace años, con uno que también se pegaba y nunca pagaba. Mikel, un día domingo, tomando el blanco, con la barra repletita, se aclaró la voz y bien alto, dirigiéndose a Iñaki que servía chikitos detrás de la barra le dijo: " Invita a toda la barra, menos a ese". Después del silencio sepulcral, volvieron las voces y las carcajadas y alguno pasó vergueza, y algun otro se despegó para siempre. Mi reparto de justicia fue más silenciosa. Mientras abríamos latillas, cortábamos chorizo, se hacía el rescoldo (con pino no hagáis brasas para las chuletillas, se les traspasa el perfume de resina) y rellenábamos el barril de vino de Ribera que había procurado el de Peñafiel, fui comunicando a los compinches: Vamos a meterle una pal cuerpo al gorrón. Ni una alegación en contra. Estábamos en corro. A mi derecha tenía al no convidado y a continuación el Aférez. El botijo circulaba como una bailarina hecha con los círculos de un carrete de hilo. Todo el mundo hacía que bebía o bebía lo que le apatecía y el barril llegaba a manos de Bujedo que se estendía en los tragos. Parecía el Lazarillo después de ablandar la cera y regodearse con la fuentecilla del jarro del Ciego. El barril hizo sus rondas con el vino y volvió a rondar con el cubalibre. Y paraba y volvía a parar a mi derecha. Al alférez nadie le avisó y bueno, bueno, la que agarró. Tenía semana. Menos mal que los Primeros asturianos lo cubrieron y se lo llevaron. Se le olvidó andar de repente, sus desplazamientos eran a base de tumbos. La de Bujedo fue monumental y además la cogió llorona. Hubo memoria durante mucho tiempo como paradigma de borrachera. Es desagradable, pero tumbado en la litera, vomitaba hacia arriba a chorro. Estuvo rebajado de servicio tres días.

Un abrazo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Hola Peña,

Pues sí que era una toda ocasión, tener de invitados a los dos
primeros asturianos. Me sorprende, porque los asturianos existen
desde hace bastante, y la verdad, yo te echaba menos años.

Ana (saliendo pitando cuesta arriba:-D:-D:-)