Hola El Carballo,
"La buena esquiladura y la mala a los ocho días iguala"
Eso mismo me decía tu padre a mi mientras me cortaba el pelo en el
huerto de detrás de tu
casa. Bien sentado en el tronco de un cerezal ya seco o en una banqueta que sacaba él de la cocina. Y allí, al abrigo del viento y al calor del sol de la tarde de
invierno me cortaba el pelo con la máquina plateada para el cogote y las patillas y las tijeras para el flequillo y la raya. Cuando me daba algún "trasquilón" con la
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