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FOLLOSO: Hola Isabel....

Que diferente había sido este viaje de la Capital al pueblo a aquel otro hecho unos años antes. Fue un viaje que demostraba que la historia se repite. Había llegado al Castillo en el coche de la tarde. El sol ya había bajado y estaba cerca de su ocaso. Mi sombra medía unos cuantos pasos, más o menos las siete de la tarde, hora solar. No busqué dentro de casa Sandalio cuando dejé la maleta, ni miré para la herradura dónde se solía atar el caballo. Ya sabía de antemano que no había nadie esperándome. La mirada no buscó compañía ni siquiera hacer un recorrido por los tesos y vallinas del robledal para ver hasta dónde llegaban las sombras. Cogí el camino con la mirada en el suelo y el pensamiento en el futuro inmediato.
Aquel año había cursado segundo y me habían quedado las Matemáticas. Celebradas las majas, cavado el abono, acabada la bina, cortados los follacos, todo estaba a punto para la sementera. Era primero de septiembre y hasta el venticinco que no eran los examenes de septiembre, me mandaron para La Capital a estudir y quitar aquella asignatura que si no la quitaba me supondría repetir curso. Después de un julio y un agosto de duro trabajo, pero de respirar aire puro y tener el cariño, la seguridad y la cercanía de los tuyos, volver a la ciudad, al calor, al agua caliente, al enfrentamiento solitario con un libro que no entendías, las horas se te hacían días y los días semanas. Si salías a la calle, vivía cerca de la plaza de abastos, los olores a fruta pasada y a verduras corrompidas me acentuaban la soledad y la añoranza se multiplicaba. Me acordaba de mi mamá que siempre tenía una razón para todo, seguida de un " no te preocupes" que te llenaba de seguridad y de aliento. Aquel septiembre de mis doce años, con su anuncio de otoño, pudo conmigo y tomé una decisión. La misma que había oído contar a mi hermano que él había tomado unos diecisiete años atrás, siendo más niño que yo. Cuando una mañana de otoño, preso de la morriña, tomó la carretera de Caboalles, y se marchó andando para Folloso. Había decidido dejar de estudiar. Un primo y un amigo, mayores, cuando lo echaron en falta en la patrona, salieron con las bicis en su busca y lo encontraron, pasada la Magdalena, arrecido, hambriento y arrastrando un abrigo cargado de agua que pesaba unos cuantos kg. La vuelta, siempre le oí decir que había sido peor, montado en la barra de la bicicleta.
La historia se repetía en la familia. El progreso se tenía que notar. Yo había hecho el regreso en coche de línea y llegué hasta casa y me enfrenté con la cara de la decepción de mi padre, la sorpresa, la comprensión y las alternativas de los hermanos y recibí el manso refugio del calor de la madre. En aquel puerto tranquilo sin oleaje, en aquel regazo, con la cabeza contra aquel pecho que se humedecía con mis lágrimas, llegó el sueño aquella noche de abandono.

La ascensión de la cuesta fue toda seguida y por los atajos, no hubo ni trago de agua en La Debesona. El pensamiento era único: ¿cómo se lo tomarán?. Cuando entré en el cobijo del nogal, ya era casi oscurecido. Entré en el portal, atravesé el corral y entré en la cuadra. Aquello fue como una aparición. La primera en reaccionar fue mi hermana: "Pero, hijo, ¿qué haces aquí?". He dejado de estudiar. La cuadra se estremeció entera, se hizo silencio. Mi padre estaba apartando un ternero de mamar, justo donde en otro tiempo había dicho lo de "cabrón de jato". En ese mismo lugar y haciendo el mismo trabajo, también habló. En otro tiempo dirigiendose con signos de admiración a un jato, hoy con interjección muy gorda, dirigiéndose a su hijo benjamín: " ¡No mereces ser hijo mío!". No se pronunciaron más palabras. Las faenas se retomaron. En la cena se buscaron alternativas. Tu hermano te dará clases. Y el día venticinco vamos al examen a ver que pasa. Pero estudiar hay que estudiar. Lo había decidido mi hermana. No volvió a sentirse una mala palabra ni a verse una mala mirada motivada por el asunto renuncia.

Al refugiarme en la sombra del nogal, vi la puerta de la casa abierta. Eso quería decir que alguien estaba en casa. En aquel momento se abrió el postigo incrustado en una de las hojas de las puertas carretales y apareció mi hermana. ¡" Hola, hijo"! Y después de abrazarnos y besarnos, me preguntó:" ¿aprobaste?". Contesté con un sí largo y una sonrisa dibujada en la cara que enseñaba a las claras la satisfacción. Me miró, como escrutándome, como si estuviese mirando en un pozo oscuro un tenue reflejo de un futuro indefinido. También se notaba en su mirada que de sus labios iba a brotar información que me atañía. Me apartó el flequillo de la frente con sus dedos y me volvió a mirar con demasiada ternura. Con aquella mirada que te alerta, que te prepara, que sugiere. (Continuará)

Un abrazo

Hola Peña: me encanta leer tus relatos, y me asombra tu memoria.
Aunque a veces al leerlos me salga alguna lágrima, siempre que entro en el foro, miro para ver si has puesto alguna de tus vivencias, sigue haciéndolo.
Un saludo.

Hola Isabel.

Ya sé que estás por ahí y que "laparatu" no te funciona muy bien. ¿Estás haciendo matanza, o simplemente aventándote con los aires del Cueto?
Aquí hemos tenido veranillo de San Martín y algo de viento, pero la cosa no ha llegado a mayores, hace sol y ahora el viento es un poco más que brisa.
Si pasas por Folloso haz alguna foto y ya nos la colgarás. En cuanto a los "relatos", no te preocupes, seguiré intentando que alguna lagrimilla redonda resbale por tu mejilla, pero sin nudo en la garganta, ¿eh?. Recuerdos a Tista.

Un abrazo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Hola Peña: pues mira, estoy haciendo las dos cosas, lo que pasa que hoy nieva, esta todo precioso, cuando deje de nevar haré fotos, y cuando pase por Folloso haré alguna y ya las colgare, ya he hecho alguna, era cuando aun había hojas en los arboles, pero con color de otoño.
Ya haré tambien fotos de los chorizos, morcillas, etc, ya sabes que si te apetecen mucho te puedo acercar algún chorizo, aunque sea a medio camino, no habría ningún problema.
Esta nevando poco ahora mismo, voy a hacer alguna ... (ver texto completo)