FOLLOSO: Estuve una semana en Folloso, así que quiero haceros...

Estuve una semana en Folloso, así que quiero haceros llegar a los que estáis más lejos todo lo bueno que por allí se siente. El verano llegó con furia a todas partes, pero en aquellas alturas una auténtica delicia: cuando en las ciudades la gente se entrecuece en medio del asfalto, dormir con manta ligera y la ventana entreabierta es regalo de dioses, además olor a hierba segada y anocheceres cálidos con concierto de grilos. ¿Más?
Encontré a varios foreros: Anónimo, Serbal, Jacquelin, Povisa, Fabianín y Mundico, y en la feria de Riello la Jefa me comenta que la comida forera sigue en pie, además me llegó la voz de Peña que ya casi no reconocía.
Acabo de leer su mensaje sobre la vaca Gallarda, así que se me ocurre dedicar unas líneas a las vacas que me traen tan buenos recuerdos de las tardes de pastoreo, el quehacer asiduo de todas las vacaciones. Ya sabéis que las vacas eran el ganado mayor que tenía cada vecino y que junto al ganado menudo eran la base de la economía doméstica. Bueno, las vacas eran mucho más, eran verdaderas mascotas, que además del rendimineto económico (trabajo, leche y terneros) formaban en cierto modo parte de la familia. Por esa razón cuando se desgraciaba alguna yo recuerdo las lágrimas angustiadas de la dueña, no sólo por la pérdida económica sino por el sentimiento que las unía. No eran vacas anónimas dentro de una explotación al uso, sino que cada una tenía su nombre de pila por el que obedecían y cuando se las llamaba movían dóciles sus orejotas. Había una comunicación perfecta entre amos y reses, sobre todo con la pareja cuando tiraba del carro o del arado. Dentro de las vacas también había clases: estaban por un lado las de la pareja y la cuartia (las domadas), y por otro lado la cantera de jatinas, magüetas y novillas que siempre podían pastar en prados "arrañados" o en el monte. Cuando había abundancia comían todas juntas, pero llegada la escasez se mimaba a las de la pareja que hacían el trabajo y daban leche.
El comprar vaca era una excepción, cada vecino iba seleccionando en su cuadra las mejores crías para que de mayores sirvieran a sus necesidades, por eso de cada vaca adulta el amo conocía bien todo su parentesco con cualidades y parecidos. ya sabéis lo duro que era el día a día, donde no cabía más que la resignación y el esfuerzo ¿Podía tener sitio la poesía? Yo diría que sí, no hay más que pasar revista a los nombres de las vacas, sugerentes y llenos de musicalidad. Todavía recuerdo algunos: Gallarda, Silga, Montesa, Pasajera, Mora, Carbonera, Barquera, Navarra, Montañesa, Mimosa, Campanera, Gitana, Limonera, Pinta, Bonita, Famosa, Italiana, Morada, Rubia, Cariñosa, Islera, Marinera, Garbosa, y las que siempre tenía Pedro, Beata y Palmera.
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