FOLLOSO: La "yerba" era uno de los trabajos más duros que se...

La "yerba" era uno de los trabajos más duros que se realizaban en aquella tierra. Los praos se habían regado y dejado descansar del pacer "rapucero" de las vacas para que la primavera obrase y el esplendor reinara en ellos y creciesen todo tipo de hierbas bien floridas y granadas en la más pura ordenada anarquía.

En primer lugar se preparaba el pajar: se le daba una buena barrida para sacar toda la grana y se ponía un suelo de escobas secas cortadas con antelación para que la hierba no entrase en contacto que el suelo.

El concejo ya había convocado la hacendera para hacer trnsitables los caminos, sobre todo las subidas de las peñas, para que los carros cargados de hierba pudieran llegar a los pajares.

Se preparaban las herramientas necesarias para la siega, para el acarreo y para el almacenamiento.

El "gadaño" era el instrumento que había que afinar con precisión y para ello se necesitaban "los fierros": el junco (yunque) y el martillo de picar. Recuerdo a mi padre picando a la hora de la siesta, al sol, para aprovechar la dilatación, con sus "antiojos" redondas de concha marrón, golpear ritmicamente cerca del corte del gadaño, colocado sobre el junco, un poco "forroñoso" en la parte que se clavaba en la tierra, para dejar un filo lo sufientemente delgado pero sin melladuras. Después se encajaba sobre "el estil" (astil, mango) que tenía dos empuñaduras, una hacia el centro para la mano derecha y otra en la parte superior para la izquierda; al final tenía unos orificios en los que se introducían las puntas sobresalientes del talón del gadaño, todo ello se sujetaba con una corra de hierro y se ajustaba con una pina del mismo material. Y el gadaño estaba apto para la siega de la yerba. Para afilar, de tanto en tanto, se llevaba una piedra que se guardaba en el "cachapo", cuerno de buey o toro, serrado en el extremo delgado y taponado con un corcho amplio. En la boca estaba rematado con un gancho para colgar del cinto. Parra que la piedra no de moviese y el agua no te mojase los pantalones se introducía unas hierbas dobladas que hacían de relleno. Se preparaban los rastros, reponiendo los dientes flojos o los rotos. Se armaba el carro con las pernillas de la hierba, se colocaban los palos bien sujetos a los arropos para dejar hueco y acomodo para la pareja.

Se decidía por qué prao empezar y al amanecer ya se estaba echando el primer "marallo". Todas aquellas hierbas, verdes, floridas y granadas a ritmo de gadaño iban cayendo agrupas y alineadas e inundandolo todo con el aroma de hierba recien segada.

Aquel mismo día o al siguiente con un palo o una forca se "volvía" la hierba. Se iban deshaciendo los marallos y extendiendo bien la hierba para que se secase. Cuando estaba bien seca de un lado se le daba la vuelta. Cuando crujía al moverla, con las forcas y los rastros se iba amontonando en un gran marallo en la parte más llana; llegaba el carro y a cargar.

La persona que subía para el carro tenía que distribuirla en capas y cargar ancho, largo y delantero. El que estaba abajo, tenía que procurar dar las forcadas grandes y bien envueltas para facilitarle la labor al cargador. Una tercera persona iba detrás con el rastro para que al prao recien afeitado no le quedase ni una bizna de testimonio. Después se ataba con las sogas de pita o de esparto y se peinaba el carro con el rastro para que si pasaba por caminos estrechos o con arboles que no se fuese perdiendo nada por el camino.

Una vez que se llegaba al pajar, a forcadas por el boquerón para el pajar. Dentro se tenía que distribuir y el polvo provocaba la "esperrieta" y el comezón de espalda que eran un buen martirio para cualquier santo. Una vez que se habían acarreado unos cuantos carros se metían las vacas para pisarla y que quedase bien prensada y cupiese toda que el invierno era muy largo.

Un abrazo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Duro era este trabajo. Desde la siega hasta que llegaba al pajar.....
Muy bien relatado.